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En busca de la gente guapa que va en metro

Después de múltiples posts en los que hemos hablado de políticas guapas, de presentadoras atractivas, y de mujeres hermosas en general, ha llegado el momento de dedicarles un post a las lectoras de la comunidad becaria, que han aguantado estoicamente cómo les hablábamos de escotes sin protestar (demasiado).

Hoy os vengo a hablar de una web que conocí de chiripa y que se llama Subwaycrush. Quizás habéis oído hablar de ella, porque después de investigar un poco descubrí que algunos medios españoles habían hablado de ella recientemente, pero bueno, como supongo que muchos ignoráis su existencia, vengo a abriros los ojos.

El funcionamiento de Subwaycrush es extremadamente sencillo. Ves a un chico guapo en el metro (sí, de momento solo chicos), le haces una foto y la mandas a la página. La iniciativa, cómo no, surgió en Nueva York, y es en el suburbano neoyorquino donde se captan la mayor parte de las instantáneas. Muchachos fornidos y apañados que hacen las delicias de la comunidad metraria, compuesta por muchas mujeres (aunque también hay hombres), al igual que la comunidad becaria, si bien en la nuestra no hay muchachos fornidos.

Si ya tenía que andarse con ojo uno de lo que decía o no en los vagones porque hay multitud de webs que recogen las frases de los usuarios del suburbano, si ya había que ir con cuidado porque hay gente que se enamora en el vagón y monta una zapatiesta enorme para encontrarse, ahora también hay que ir con un ojo puesto en las mocitas (y mocitos) con cualquier elemento susceptible de poder fotografiar. Bueno, eso vosotros, porque yo, lejos de ser un tipo a quien fotografiar para subir a una web, soy el estorbo que intentas que no aparezca en la foto para que no te la joda eche al traste tus esfuerzos.

Las imágenes no son de gran calidad, ya que obviamente son robados (que diría la prensa rosa), pero le dan un puntito de emoción al fotógrafo y al espectador (digo yo). En cualquier caso, si protagonizas una de esas fotos y no estás satisfecho porque no han sacado tu plano bueno o, directamente, no quieres figurar en un sexy o no del metro, puedes pedir que retiren tu imagen.

Jóvenes atractivos que cogéis el metro en cualquier ciudad del mundo, estáis advertidos. La moda se ha extendido ya por varias zonas de Estados Unidos y ha llegado a Londres, donde han creado su propia web. Yo, antes de salir de casa, me pondría guapo… por si las moscas.

Y como todo se entiende mejor con dibujos:

PD: Y digo yo… ¿no podíamos hacer esto también pero en versión femenina? Pregunto.

Lo más raro que ha pasado durante la semana (14-20 de febrero)

BecConsejo: «Ve con cuidado»

Como de costumbre intento no enrollarme en el post resumen semanal. Simplemente os recuerdo que en esta entrada damos cabida a aquellas cosas curiosas que durante la semana no han tenido opción de aparecer en este descabellado intelectual blog. Ahí vamos…

1. La contorsionista con claustrofobia

Es posible que conozcáis a Kirsty Nicholson. Kirsty es una contorsionista de The Circus of Horrors que intentó entrar en el circo como cantante y terminó de aquí-me-meto-haciéndome-una-bolita.

¿Sigue sin sonaros? Quizás os acordéis de la vez que unos hooligans le tiraron un ladrillo y le hicieron un corte bastante feo en la cara. ¿No? Bueno, pues como veo que la mayoría de vosotros seguís sin caer, os cuento su historia.

Tampoco es que tenga mucha chicha (ni ella, ni la historia), así que intentaré resumirla. Kirsty, que tiene 23 años, padecía claustrofobia en su infancia, algo incompatible con su sueño de ser contorsionista.

Entonces su madre, muy hábil, decidió combatir su miedo obligándola a encajarse en cubos y cestas (bueno, en sitios pequeños en general). A medida que lo fue haciendo, lo fue superando y… ¡SORPRESA! Adiós el miedo, bienvenido el trabajo.

Dejadme solo un momento, voy a mi habitación a llorar… me he emocionado.

2. La portada o los pompones

Ya sabéis que salir en Playboy muchas veces trae consecuencias negativas. Basta con recordar aquel post de «Profesiones incompatibles con los posados de Playboy», que hicimos en el mes de julio.

Ejemplo de ello es también Taylor Corley, una animadora de 18 años que posó para la famosa revista con el sobrenombre de Taylor Stone y que ha sido obligada a dejar su puesto.

Bueno, obligada… no exactamente. La Mississippi State University obligó a Taylor a que eligiera entre ser animadora o modelo de revista y ella, consciente de que animando tampoco iba a tener mucho futuro, optó por lo segundo.

Es más, no sólo ha dejado de ser animadora. Según la prensa internacional, nuestra joven protagonista está también pensando en dejar la universidad para labrarse una carrera televisiva. Que tengas más suerte que los chicos de OT, Taylor.

Bien es cierto que el posado (no es la imagen de la derecha, como supondréis es otra en la que sale con menos ropa) fue anterior a su ingreso en el equipo de animadoras, pero viendo cómo funcionan las cosas en Estados Unidos, era fácil prever que podía pasar algo así.

Supongo que algún quarterback andará llorando por las esquinas de la universidad.

3. El carrito ‘tuneado’

¿Alguna vez habéis visto carritos de bebés tuneados? ¿No? Pues es el momento, porque Harry Berry tiene un coche fantástico, cortesía de su papá, Richard, un señor galés de 44 años que, como buen padre, quiere lo mejor para su niño.

Y lo mejor para su niño es instalarle en su carrito un reproductor de DVD, un aspirador, un calienta biberones, paneles solares y navegación por satélite, según leo en la prensa británica.

Cuenta Richard que la gente le para por la calle para ver el carrito fantástico, lo que nos hace pensar que quizás no todo es (sólo) por el bien del crío, sino que también influye (aunque sea un poco) el ego de papá.

El vehículo, que necesitará (digo yo) unos buenos brazos para ser impulsado, cuenta también con unas ruedas más gordas de lo habitual, un soporte de vaso y una bandeja.

Tiene también faros, matrícula, un reproductor de MP3, una sirena, una bocina… vamos, todo lo que suele ser necesario para un bebé.

Richard, me sé yo de unos cuantos barrios por los que no te aconsejo que pases con el carrito, si quieres conservarlo, claro.

4. Demasiado pendiente de la PSP

Sé que este vídeo no es de esta semana, pero probablemente muchos de vosotros no lo habréis visto. Gaby, corresponsal transatlántica, me informó hace unos días de que un chaval de diez años se cayó a las vías del metro en Loreto (Milán) porque se despistó mientras jugaba a la PSP. La escena fue grabada por las cámaras de seguridad, que también captaron cómo el policía Alessandro Micalizzi rescataba al muchacho despistado.

Aunque lo impactante es el vídeo, aprovecho para reflexionar (sin que sirva de precedente)… ¿por qué caminaba torcido y no en línea recta? ¿Será uno de esos casos en los que te metes tanto en el juego que cuando le das a saltar saltas tú también de forma instintiva? Y, lo más importante… viendo cómo va la gente en Madrid… ¿se habría dado cuenta algún viajero de que un niño se caía a las vías?

PD: Gracias a @tinoserrano, once again, por la colaboración.

PD2: Corregido lo de la universidad de Mississippi.

¿Te has perdido las últimas entradas?

Aquí puedes verlas de una forma diferente y rápida.

Jocelyn Saldaña: «Si alguien se desnuda en el metro, pido su teléfono»

Hace unas semanas, la joven actriz Jocelyn Saldaña causó furor en el metro de New York al quitarse toda la ropa en medio del vagón. A sus 19 años, no dudó en prestarse a participar en un proyecto dirigido por el artista Zach Hyman, que está fotografiando a modelos y actores desnudos en los trenes y calles de Manhattan. Le bastaron 30 segundos para ser protagonista de cientos de noticias en cientos de periódicos de todo el mundo. Me llamó la atención, contacté con ella a través de Facebook y conseguí la entrevista. Espero que os guste.

–> FOTOS: Clintspaulding.com

– ¿Quién es Jocelyn Saldaña?

Una joven actriz al alza procedente de Nueva York.

– ¿Cómo surgió la idea de desnudarse en el metro?

Zach Hyman se acercó a mí en un evento de Lily Pullitzer y me comentó el proyecto. Yo estaba emocionada por su actitud despreocupada y pensé que sería una gran idea. Acepté de inmediato.

– ¿No tuviste miedo a ser arrestada?

No mucho, la verdad. Teníamos un equipo de personas vigilando por si aparecía la Policía y por si algún pasajero intentaba hacer algo estúpido. Zach me aseguró que todo estaba controlado. Incluso había dinero preparado para la fianza en caso de que alguien hubiese sido detenido.

– ¿Y ningún pasajero te dijo nada?

Los pasajeros, en su mayoría, estuvieron sorprendentemente tranquilos. Salvo un señor mayor que se puso a temblar y los gritos de una mujer que estaba a mi espalda, el resto siguieron a lo suyo.

– Aceptas el trabajo, pero… ¿con qué objetivo?

El proyecto de Zach era apasionante artísticamente. Aunque el sexo cuenta con una gran aceptación en este país, la gente todavía se siente ridículamente incómoda con la desnudez en público.

– Entonces reivincabas algo…

Creo que todo el mundo debería estar orgulloso de su cuerpo, independientemente de cómo sea éste. El cuerpo humano es algo hermoso y da igual cómo y dónde se mire.

(Jocelyn lee El blog del becario con una amiga)

– ¿Te va a cambiar en algo la vida después de esto?

No. De hecho, mis planes no son otros que continuar trabajando como actriz. La verdad es que no esperaba causar tanto alboroto.

– ¿Y qué pensarías si alguien se desnuda mientras eres tú la que va en el metro?

Pues lo cierto es que primero aplaudiría, y luego intentaría conseguir el número de teléfono.

– ¿Conoces algo de España?

Poco. Sólo estuve una vez en Barcelona cuando tenía 4 o 5 años.

– Por tus antepasados dominicanos, algo de nuestra lengua si hablas, ¿no?

Hablo el español dominicano, pero soy consciente de que es un español muy diferente al vuestro.

– ¿Algo que decir a mis lectores sobre tu entrevistador?

Tienes talento (gracias) y tu blog es hermoso (gracias), pero debes incluir más artículos sobre música, cultura pop…

PD: Tendré en cuenta tus sugerencias, Jocelyn. Sólo puedo decirte que mil gracias por tu colaboración. Ya te lo dije: «Some day you will win an Oscar and that day I will be there».

PD2: Os dejo con el breve saludo que me mandó Jocelyn.

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Las ‘lolitas’ y la gente guarra

Son dos cosas que importan y preocupan (en este orden) en Japón. Lo primero es tan relevante que el ministerio de Exteriores nipón ha presentado a tres embajadoras de la cultura pop del Sol naciente.

Una de ellas hace de eterna colegiala, otra es una Lolita y la otra una representante de la moda Harajuku.

La idea es, según dicen, exportar estos estereotipos de moda. Es interesante, pero me da la sensación de sólo influirá en los otakus, que ya están bastante influidos por la cultura japo.

Sin embargo, creo que sería más práctico exportar su exquisita educación cívica. Los japoneses son más sosos, pero también mucho más educados que nosotros. En España, yo ya estoy acostumbrado a que la gente fume donde en lugares donde está prohibido hacerlo. Inconcebible en Japón.

Me molestaba especialmente que fumaran en la facultad. ¿Qué le voy a hacer? El tabaco me puede.

Bueno, volviendo a lo que nos ocupa. En Japón, que cuidan los detalles hasta el extremo (hay vagones de metro sólo para mujeres) y que son la mar de educados, colocan carteles como el que vemos sobre estas líneas en los que te piden, más o menos, que «te suenes los mocos en casa».

Hombre, muy agradable no debe ser que tu compañero de asiento tire un pañuelo lleno de mocos al suelo, aunque en el metro de Madrid yo he visto cosas bastante peores.

Cosas que pasan en Japón y no ocurren en España:

Me cuenta Octavio, un compañero de la sección de Madrid que es un verdadero crack, que en su estancia en Tokio vivió un acontecimiento surrealista dentro de un ‘after’.

Era ya una de esas horas en las que no se sabe si es muy tarde o muy temprano, con todo el local lleno de gente que sacaría un notable en el test de alcoholemia cuando al bueno de Octavio se le ocurrió tirar una colilla al suelo.

Se le acercó la camarera, con unos tapones en los oídos y un cenicero. Se agachó, cogió el pitillo del suelo y lo puso en el cenicero, mientras le decía algo así como «el pitillo, al cenicero».

Entonces Octavio se dio cuenta de que todos los (ebrios) japoneses del local llevaban el cenicero en una mano y el cigarro en la otra, de modo que pese a su mejorable estado no tiraban las colillas al suelo.

Y pensar que yo me quejo porque la gente fuma en la Facultad… cuánto tenemos que aprender de la gente de ojos rasgados.

¿Hay algo que os moleste especialmente a vosotros?

(FOTOS: REUTERS Y EFE -la última es de Octavio-)

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«Me sentí el más inútil del mundo»

Me llegó un correo el otro día de un ex becario, uno de esos afortunados que ha conseguido un trabajo fijo (eso sí, antes de que las cosas estuvieran como están ahora).

Me cuenta que no es muy de dejar comentarios en el blog pero que desde que vio la historia de Fergie («cómo obtener queso mozzarella de una fotocopiadora») estuvo pensando en alguna anécdota estúpida para enviarme. Y al final me mandó ésta:

Madrugar no siempre es positivo

«Cuando era becario solía levantarme a las seis porque a las seis y media cogía el metro. Dormía poco muy poco. Aquel día, si no recuerdo mal, me acabé durmiendo casi a la 1:30 de la madrugada, pensando «levántate a las seis, no te duermas». No sería la primera vez.

Pues bien, oí la alarma y cogí el móvil. Lo paré, vi que eran y cuarto y me vestí a toda prisa. Salí de casa a y media, después de haberme adecentado un poco.

Me desperté con mucho sueño y, como hacía cuando iba al instituto, me prometí una siesta a cambio de levantarme. Así llegué a la calle.

Noté frío y miré la marquesina de autobús que había enfrente de mi casa. Se alternaban reloj y temperatura. Eran y 36, había seis grados.

La calle, desierta

Me sorprendió no encontrar a nadie por la calle, porque por las mañanas solía cruzarme con una o dos personas, además de los coches, que empezaban a despertar, y un autobús que me tenía cogida la hora.

Llegando a la boca de metro vi poca luz, poquísima. Nadie salía, nadie entraba. Llegué a su altura y me di cuenta de que estaba cerrada.

¡Cerrada! ¡Mierda! Así que cogí el móvil para llamar a un compañero y decirle que tardaría más en llegar, que no sabía qué había pasado pero tenía que irme a otra boca de metro porque la que solía coger estaba cerrada. Al coger el móvil me fijé en la hora y eran… ¡las 3:38!.

No me había sonado la alarma, tan sólo lo había soñado, y estaba delante de la boca de metro a las tres de la mañana, inútil como yo solo, tres horas antes de la hora a la que tenía que estar.

Guardé el móvil y volví andando deprisa a casa. Me puse de nuevo el pijama y repetí el proceso otra vez tres horas más tarde, esta vez con el metro abierto. Entre medias, una pesadilla y cinco minutos de vuelta a casa que me hicieron sentirme el más inútil del mundo. No había nadie para verlo… gracias a Dios».

(FOTOS: dominiqs81 y diesmali)

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