Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

Ricos y bobos

Bien hubiera querido titular este texto como «La riqueza y el símbolo»: pero la blogosfera es territorio comanche y conviene llamar la atención desde el principio. En cualquier caso, bien titulado está. O, si lo prefieren, gilipollas con pasta.

En le fondo no quiero que hoy sean objeto de mis palabras personas de las que ya he hablado: ¿para qué hurgar más en la herida del Valencia, un histórico de nuestro fútbol, el equipo de una ciudad pujante y una terreta inolvidable, el club de Puchades, de Pasieguito, de Claramunt, de Kempes…? Hay ricos competentes y ricos que no lo son, y eso es una obviedad que se puede extender a los pobres, a los de medio pelo y a las monjas clarisas. La riqueza y el símbolo expresaba con toda correción mi escándalo cuando José María García (el gran José María García, sin duda: de él proviene casi todo el periodismo deportivo español de la radio actual: incluso el bueno) emprendió aquella campaña en pro de las sociedades anónimas. La ganó: salvo que no se pueden tratar los sentimientos, que son la esencia de los clubes de fútbol, como se tratan los objetos de ferretería.

He aquí que, de pronto, los equipos tienen dueños: ya no son los scoios, los sufridos socios, los que se quedan con un equipo averiado después de que el figurón de turno haya equivocado la gestión. Ahora los socios se quedan con un par de narices: ni siquiera son socios, son meramente abonados, espectadores, gente que va a mirar… aunque lleven los colores de su equipo, sea grande o pequeño, en lo profundo del alma.

Recuerdo mucho aquella tontería de «venir a servir y no a servirse»… Un modelo de frase vacía: quien se mete en esto viene a servirse y. si vale, a servir. Sirven Ángel Torres, Fernando Roig, Patxi Izco, José María del Nido… porque son listos, porque son coherentes, porque algo saben del secreto del éxito en el país que ha llevado el éxito a los altares: the right man in the right place… Pero ¿quién los conocería si no fuera por el fútbol? Es ésa una retribución a la que tienen derecho: por hacerlo bien. Lo hubieran hecho igual de bien si Getafe, Villarreal, Osasuna o Sevilla fueran de los socios, sin duda. Y un tipo como Soler, en las condiciones anteriores, hubiera durado tres partidos.

No digo nada de la floración de submarinos, aviadores o paracaidistas: ¿qué pinta Samper en Murcia, qué pintaba Baldassano en Cádiz (lo de Fernando Sanz es otra cosa, evidentemente) o qué pinta en Burgos Domingo Novoa? Nada: y los enamorados de los colores, los pimentoneros, los amarillos, los blanquinegros, a verlas venir…

O a esperar que se vayan, porque el pozo está seco.

2 comentarios

  1. Dice ser Juegos

    Completamente de acuerdo con todo lo que dices!

    22 abril 2008 | 2:12

  2. Dice ser k_ate_h

    Sincermanete, me parece que el nacimiento de las Sociedades Anónimas Deportivas fue el comienzo del final de un concepto del futbol como deporte y el comienzo de otro diferente: el de mero espectáculo en su peor concepto, que es el de un bien de consumo que se compra y se vende. Ya se sabe lo que se dice: «El dinero todo lo pudre…» y, sinceramente, creo que el futbol es un ejemplo de ello.El aficionado ha pasado a ser un abonado, sin tomarlo en consideración más allá que para aportar su dinero… Es lamentable cuando hacen llamada a los sentimientos los mismos señores que ignoran a la masa no ya social, sino a los seguidores, cuando hay problemas monetarios… y son muchos los que lo han hecho, lo hacen y lo harán… pero que intenten hacer valer sus sentimientos en uno u otro sentido en el devenir del equipo y ya verán como los echan sin más…En fín, que de acuerdo en que es una desgracia para el futbol todos estos señores que sabrá mucho de negocios (incluidos los que tienen éxito en su empeño) pero muy poco de sentimientos y colores…

    22 abril 2008 | 15:03

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