Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

La semana trágica

Ya tiene dueño la Copa de S. M. el Rey: se ha ido a Valencia, junto a las exiguas aguas del Turia. Uno, que es muy valencianista, aunque no tanto como mi admirado Arsenio Escolar, estaba esta vez de todo corazón con el Getafe, que había dejado el jueves una cuenta pendiente con la justicia. Estaba escrito, al parecer, que los porteros alemanes le iban a traer mala sombra al equipo de la barriada del suroeste de Madrid: si Oliver Khan tenía que consolar al Pato Abbondanzieri por su pifia en el segundo gol alemán, esta vez fue Hildebrand el que sacaba un balón envenenado de Braulio a la misma cepa del poste. Hubiera supuesto el empate a dos. Un poco más tarde, una mala recepción de Ustari, que aún no estaba colocado, y la inteligencia de Morientes significaban el definitivo 3-1. Estaba escrito, al parecer, que no era ésta la semana de los porteros argentinos.

¿Hubiera sido justo el empate en el remate de Braulio, o en el balón del Pirata Granero que escupió el travesaño? Sin duda. No seré yo quien haga la crónica de un partido que mis compañeros de deportes van a niquelar. Es cierto que el Getafe salió dormido y que el Valencia usó con especial talento la movilidad de sus tres ratones de arriba, Silva, Villa y Mata, para obtener un excelente primer gol. De Mata y de cabeza: alguien estaba dormido. Aunque creo que el mérito es del desconcierto que los movimientos de los tres delanteros provocaron en la defensa azulona. Luego un saue de esquina perfecto del maestro Silva, de esos que parecen fabricados para la llegada de alguien de atrás: lo justo para que Alexis se vengara de los desdenes de sus últimos días en el Coliseum de Alfonso Pérez.

Pero todos sabíamos que iba a remontar: bastaba recordar el espectáculo del Olímpico de Munich. Y así fue. Poco a poco fue imponiendo ese fútbol de toque y sentido, encerró al valencia en su área y a generar peligro. Por la derecha se notaba menos, con la fuerza de Miguel y el sacrificio de Arizmendi, a quien Koemann ha encontrado un puesto de mosca cojonera muy interesante. Moretti, más desasistido, tuvo que hacerle un penalty a Contra, el héroe de estos días. Y el Pirata no falló: 2-1.

Hubo cambios por lesiones y cambios porque la gente anda ya con la gasolina justa. La pérdida de Albiol y Moretti dejaba una defensa ciertamente vulnerable por alto, y Laudrup lo entendió a la perfección sacando a Braulio y dejando descansar a Tena. Fue un acierto: Braulio casi marca. Fue un error: Tena no estaba para sujetar al Moro. Esto es el fútbol.

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Enhorabuena al Valencia. De todo corazón. Pero déjenme decir que lo del Getafe es para quedarse sin adjetivos: le ha sobrado futbol, talento, méritos para haber llegado más lejos en dos competiciones de altísimo prestigio y en la misma semana. Aunque haya sido una semana trágica. Chapeau. Y habrá que esperar que la Justicia se acuerde alguna vez de esa barriada sel suroeste de Madrid…

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