"El deseado bien último se alcanza mejor mediante el libre comercio de ideas".(1919) Juez O. Wendell Holmes del Tribunal Supremo de EE UU

Archivo de enero, 2008

59 segundos, lamentable espectáculo

Cuando los directores de los diarios nacionales (de pago) ocuparon la tribuna de “59 segundos” hace unas semanas asistimos a un debate interesante, educado y con buen nivel intelectual. Algunos criticaron el sesgo partidista de cada director, lo cual admite matices, pero allí hubo un diálogo interesante y digno, sin extravagancias ni gratuidades.

Anoche, con su formato genuino, “59 segundos” ofreció su tribuna y micrófonos al PP (a Zaplana) y a seis invitados con perfil periodístico aunque con alineamientos definidos. Los tres del PP iban con insignia: Luis Herrero, eurodiputado, Fernando Fernández, miembro de uno de los grupos de economistas que asesoran a la dirección del PP, y Miguel Ángel Rodríguez, portavoz que fue del primer gobierno Aznar. En el otro lado tres periodistas que viven de eso, con alineamientos más o menos definidos a favor del PSOE. Es manifiesto el caso de Sopena que no lo esconde, y no lo son ni Ester Jaén (Público) ni Isaías Lafuente (SER). En cualquier coso estas anotaciones son opinables, discutibles.

Lo que ocurrió ayer, en concreto las referencias al caso Leganés, fue escandaloso, lamentable, decepcionante, irritante. Por parte del portavoz parlamentario del PP, del señor Zaplana, se acreditó ignorancia del caso, que debía llevarle a una rectificación. Reiteró, sin que nadie le apeara del error, que la consejería de Salud de Madrid no hizo nada más que entregar al fiscal 400 denuncias y que la justicia siguió su curso. Inexacto y no son inocentes o irrelevantes los datos.

En origen hubo una (no cuatrocientes) denuncia anónima que se sustanció con una investigación administrativa, de la inspección médica, que no encontró caso. Un par de años después (ya se había estrenado con éxito la película “Mar adentro”), la Consejería madrileña recibió otra denuncia anónima, secundada por alguna Asociación que persigue el error médico, que se envió a la fiscalía sin más trámite y que saltó a la opinión pública con mucho ruido, escándalo y gravísimas acusaciones no fundadas. La fiscalía investigó (en medio de ese ruido mediático) y decidió no seguir adelante, incluso con tras analizar alguna acusación de familiares afectados, que se sumaron al caso.

Antes de que se produjera ese archivo, la propia Consejería, con firma de uno de sus directores, se personó como acusación en otro juzgado penalizando el caso y dandole otra dimensión (¿ignoraba eso Zaplana?). La administración pública madrileña activó el caso con participación activa en el mismo recabando informes periciales de parte. Un activismo oficial interesado y arriesgado, sobre todo si finalmente no había caso, como así ha ocurrido. En los actos siguientes apareció un juez de primera instancia poco diligente, medroso y parcial que archivó el caso aunque introdujo en el auto juicios de valor que la Audiencia le ha enmendado.

Negar que el gobierno de Madrid fue activista en este caso y que ha salido trasquilado es negar una evidencia. Más aun, el gobierno podría explicar su posición, disculparse, argumentar exceso de celo… pero han decidido sostener y no enmendar convirtiendo el caso en un tema político partidista. Doblemente lamentable.

Pero si Zaplana no estuvo fino, carecía de la información precisa o quiso confundir (él sabrá), los comentarios de Miguel Ángel Rodríguez fueron intolerables, injuriosos (aunque la injuria es de ardua calificación penal), e inaceptables en un medio de comunicación que respeta el mandato constitucional de “comunicar o recibir información veraz…”. Aun con el margen amplio de que para satisfacer la veracidad sirve una diligente búsqueda de la misma, lo dicho, con reiteración, por Rodríguez me parece intolerable y perseguible. La libertad de expresión y opinión no ampara todo, tiene límites claros en los derechos individuales de los demás. En eso radica la grandeza de esas libertades. Acusar reiteradamente de «nazi» a una persona por su ejercicio profesional, más aun un anestesista, justifica exigir responsabilidades y pruebas.

Los profesionales del servicio de urgencias de Leganés que dirigía (por cierto con mucha eficacia y acierto, reconocidos por la consejería de Salud) el doctor Montes, no tienen que acreditar su inocencia, son los acusadores (por ejemplo Rodríguez) quienes tienen que probar la culpabilidad. Así funcionan el estado de derecho, las democracias maduras y formales.

¿Felicitar al príncipe?

Todos los medios, con desigual entusiasmo o esmero, felicitan hoy al Príncipe de Asturias, o a Felipe Borbón Grecia, por su 40 cumpleaños. Un heredero «cuarentón» y un Rey «setentón», ambos con buena salud y plenas facultades, tiene la lectura que cada cual quiera hacer sobre la fortaleza interna de esa casa.

El elogio a las personas de esa familia (o la crítica, que de todo hay) tiene el riesgo de la oficiosidad, de parecer pelotería almibarada. Ni ellos, ni su corto entorno inmediato, han propiciado esa corriente a pesar de que no faltan voluntarios para ello. El Rey ha buscado respeto y ha tratado de respetar; supo soportar desde primera hora y ha tratado de no tropezar, lo cual no es sencillo, porque los riesgos son muchos. Por sace muy buena nota en las encuestas.

El príncipe Felipe ha cubierto un largo período de aprendizaje con más que razonable éxito. Comparado con quienes pueden parecersele, estaría entre los primeros. Quienes le conocen por diversas circunstancias y caminos, hablan bien de él sin necesidad o protocolo.

Las pocas ocasiones que he tenido de estar con él he notado que es una persona preparada y bien informada (sin hacer ostentación), cauteloso y aconstumbrado a escuchar, estudioso de los temas, menos ocurrente o simpático que su padre, pero quizá más seguro, más en los detalles. He apreciado que se conoce el quien es quien de la política internacional (y supongo que de la nacional), especialemnte la americana, al dedillo y con mucho detalle. Y tamién he notado que es considerado con sus interlocutores, nada desdeñoso, atento para agradar.

Saldrá alguno de nuestro amigos republicanos de sentimiento a decir que ya está bien de borbones, pero en favor de los actuales hay que decir que saben la historia de España, sus erores y aciertos y que se han abonado a los segundos más que a los primeros.

En mi opinión Felipe Borbón Grecia, príncipe de Asturias, heredero constitucional del Reino de España, bien merece una sincera y cordial felicitación de cumpleaños.

Lecciones del caso Leganés

El desenlace (no necesariamente punto final) del caso de las sedaciones en el hospital de Leganés es uno de los que conducen a la melancolía. ¿Quien obtiene algo del provecho? ¿Cómo se reparan los daños producidos? Es una de esas situaciones que merecen análisis para que no se vuelva a repetir.

El origen es conocido: una denuncia anónima que da pie a una intervención inmediata y ruidosa de la administración para poner patas arriba un hospital en busca de ¡crímenes! en el ejercicio profesional. Si alguien hubiera pensado un rato lo que podía ocurrir no hubiera puesto en marcha la máquina de picar carne, que empezó en marzo del 2005. Repasar ahora los titulares y comentarios en diarios como El Mundo o La Razón produce bochorno, ¿cómo borrar todo eso? ¿Cómo revertir esas acusaciones infundadas?

Siempre he pensado que detrás de esta historia trágica está la respuesta de algunos grupos a la película “Mar adentro” y lo que podía significar de aliento a una forma de mitigar el dolor irreversible que algunos consideraban eutanasia. Esos grupos querían poner pies en pared y encontraron en Leganés una oportunidad para advertir a los médicos que estaban en zona de riesgo. Desde ese punto de vista la operación funcionó, en estos momentos la aplicación de cuidados paliativos, está sometida a cautelas y muchos médicos prefieren no correr riesgos, no incitar a un inquisidor cercano.

La trayectoria judicial del caso Leganés ha sido inequívoca, la fiscalía no vio caso, varios de los informes de los peritos fueron parciales y de parte y, finalmente, un juez sensible a los demandantes, solo se atrevió a poner juicio de valor marginal e infundado en un auto de archivo. El recurso de los absueltos (una petición poco común, recurrrir tras el archivo de una causa penal) ha concluido en la Audiencia con el reproche al juez que archivó, al que se le ordena que borre del auto sus opiniones infundadas.

Para los acusadors la derrota es total, sin paliativo alguno, pero han cumplido sus objetivos, han conseguido dar un cerrojazo a esos procedimientos. Más de una docena de jefes de servicio del hospital de Leganés han perdido su empleo, se ha sembrado desconfianza infundada y se han abierto heridas innecesarias. Los denunciantes anónimos siguen escondidos y a los políticos que atizaron el caso nadie les pide cuentas. Es para llorar.

Los empleadores se paran

Los datos de empleo que suministra la EPA del cuarto trimestre evidencian que los empleadores, a la vuelta del pasado verano, se tomaron un respiro en su trabajo de contratar. No se han puesto a despedir, por ahora, pero han dejado de contratar.

El análisis de los datos básicpos e la EPA publicado haceunas horas revela un comportamiento típico, podríamos que decir que lógico, a la vista de las expectyivas económicas. El empleador contrata más trabajo cundo tiene la e`pectativa de que habrá más actividad, en caso contrario no contrata e incluso despide.

Lo ocurrido en el pasado trimestre acredota que desde la oferta de trabajo se ha mantenido un ritmo razonable de crecimiemto, ya que aumenta la población activa en 163.000 personas, que es un buen síntoma.

Si embargo desde el lado de la oferta hay parón. El número de ocuoados cae en 33.7700 personas y el número de parados aumenta en 135.700. Esas son las cifras básicas.

Entrando más en detalle se onserva que desciende la contratación temporal (170.000 personas pçmenos) y aumentan los empleados a tiempo parcial. En resumen se debilita el ritmo de creación de empleo. El desempleo afecta más a los nacionales que los extra jeros.

Conclusión: cambio d eritmo en el mercado laboral, vamos a menos, pero aun ignoramos cuanto a menos y por cuanto tiempo.

Pero ¿quieren hacer debates?

Desde hace semanas venimos mareando la perdiz de unos posibles debates electorales entre los candidatos principales, al modo de los que mantuvieron González y Aznar el año 1994, de los de Sarkosy y Royal en Francia hace unos mese o de los habituales en las complejas campañas norteamericanas desde hace treinta años, lo que mantienen habitualmente desde hace meses todos los precandidatos, por ejemplo el de Obama y Clinton esta misma semana.

Aparentemente los dos candidatos españoles, y sus asistentes y muñidores del aparato, quieren los debates y desde primera hora así lo dijeron, incluso se pusieron a la labor de ajustar el procedimiento. Fijaron fechas y temario hace casi un mes pero desde entonces no han dado ni un solo paso más. Parece que es inminente el acuerdo, pero también el desacuerdo como para endosar la responsabilidad al otro y dejar el debate para mejor ocasión.

Desde los medios no han faltado propuestas para que los debates se celebren con uno u otro formato, no faltan iniciativas novedosas para que además de los debates haya otras comparecencias que pongan a prueba las habilidades y capacidades de los pretendientes.

Visto lo visto me da la sensación de que estamos ante una maniobra, una especie de trola cuyo resultado es que no habrá debates, que no quieren debatir, que no asumen riesgos, que van a aparentar que si para que luego sea que no y que solo están agotando plazos y acumulando excusas. ¡Vaya tropa!

¿Las bolsas?…. oscilan

La catarata de titulares a cinco columnas de los periódicos españoles del martes presagiaba una sesión dramática en todos los mercados, especialmente en el norteamericano. No ocurrió, la sesión fue movida pero no sangrienta, ni trágica, no se materializó otro derrumbe como el del lunes. Lo ocurrido ese día huele a chamusquina, un día sin la referencia de Nueva York, que reduce las transacciones a la mitad, un lunes, con incertidumbres acumuladas pero sin precipitantes inmediatos. Es decir un cúmulo de circunstancias como para que con poco se arme una buena. Y se armó.

Decir que no hay que preocuparse, que los mercados están como un toro, que la fiesta va a seguir, sería una tontería. Desde hace meses los más prudentes y experimentados vienen advirtiendo que antes o después la corrección era inevitable, que podía ser suave y lenta o brusca y súbita. Con perspectiva de futuro es mejor lo segundo que lo primero, es preferible buscar suelo rápido y empezar a superar los efectos de la resaca inmediatamente, que una agonía decepcionante, desesperante, como ocurrió entre el 2000 y el 2003, quizá la peor crisis bursátil del último medio siglo por profunda y extensa.

Esa crisis bursátil apenas se reflejó en la economía general, los Estados Unidos registraron una leve recesión de la que casi ni se enteraron, mientras la economía mundial registraba crecimientos superiores al 4% que apenas tienen precedentes.

Durante lo que va de siglo, estos siete años prodigiosos, quizá lo más importante ha sido el desplazamiento del dinero del oeste al este, de América a Asia. Esta semana Economist describía los nuevos ricos-ricos del mundo, fondos soberanos de exportadores de petróleo y de manufacturas, fondos de Singapur, de Kuwait, de Noruega, de China, o del golfo Pérsico. Esos son los que van a comprar a la baja y a reciclar todo ese dinero que ha ido de acá para allá y que vendrá ahora de allá para acá.

De las bolsas lo único verificable es que oscilan, que suben y bajan, pero con tendencia al alza en las series largas.

Entre el crash y el cata-crack

En el viejo Cinco Días discutimos, en su día, cómo titular un batacazo bursátil y hacerlo con pocas letras. Convenimos que estaríamos ante un crash (choque) cuando súbitamente, en el plazo de unas horas, los índices cayeran en torno a un 5%, que sería un crack (quiebra) si la caída se aproximara al 10% y que el caso de superar los dos dígitos titularíamos “cata-crack”.

Las bolsas europeas se dieron ayer una chufa monumental, histórica. Se anticiparon a la que se va a dar la bolsa de Nueva York, que es la rectora del mundo, la que marca la pauta. Aprovechando que allí era fiesta los de este lado del océano se lanzaron a la búsqueda de nuevos precios más baratos, de un suelo desde el que empezar otra vez.

Ayer funcionaron los mecanismo automáticos de seguro que multiplican las órdenes vendedoras en cuanto pasan determinados límites, El grito de “vendo” actúa como el de “fuego” en un teatro lleno de gente. Y por las mismas razones entran en juego órdenes de compra de los buscadores de gangas, una especie atrevida, arriesgada, pero que obtiene botines importantes.

Respecto a la Bolsa de Madrid (que es como cualquiera de las otras) fíjense en el cuadro de la derecha, en la columna efectivo, que los valores más vendidos fueron los mejores: Santander, Telefónica, BBVA e Iberdrola. De los 7.200 millones de euros contratados ayer por los del IBEX35, más de 5.000 correspondieron a esos cuatro valores que perdieron entre el 7 y el 12%, más que la media.

El batacazo de la bolsa ha sido fuerte, es posible que siga alguna sesión más, pero los ajustes bruscos con mucho volumen de negocio no son lo más temible. Perjudica a los que necesitan liquidez inmediata, pero al inversor sereno, al que no anda pendiente del intradía no debe alterarle el sueño. Hay razones para pensar que los fundamentos de los mercados de valores son buenos y que los ajustes, al alza o a la baja, se corrigen y aclaran pronto.

La personalidad de los jesuitas

Quinientos años de historia avalan que detrás de la orden de los Jesuitas hay una organización eficaz y una personalidad y un carácter poco comunes. Quines han pasado por sus colegios o universidad (no es mi caso) suelen mencionar que tuvieron la oportunidad de una formación envidiable, aunque habrá de todo como en botica, dicen que incluso excepcional. Gallardón, por ejemplo, no oculta que su paso por los jesuitas madrileños (como alumno) le ha servido en su carrera política

Los procedimientos de la llamada “compañía” son interesantes, entre ellos el sistema electivo del “superior” vitalicio. No puede haber candidatos ni el elegido puede rechazar la responsabilidad. Quien hace campaña para el cargo no lo merece y el elegido tiene que gozar de mayoría y, luego, de la bendición del Papa al que los jesuitas están sometidos por un voto de obediencia, adicional a la disciplina debida al jefe de una iglesia como la católica.

A pesar de esa doble obediencia los jesuitas han irritado a algunos Papas. Les profesó poca simpatía Juan Pablo II que les sometió a la disciplina de un delegado especial y que cuando les devolvió la facultad de elegir, sufrió la decepción de que lo hicieron a favor de quien no era su candidato.

Ahora han elegido un nuevo superior, el 30º de la historia, un español recriado en Asia, en Japón y en Filipinas; teólogo y profesor, con experiencia de mandar y de servir. El jesuita Pedro Miguel Lamet que ha escrito en El Mundo el mejor artículo sobre su nuevo supeior, el palentino Adolfo Nicolás del que dice que veinte años atrás le anunciaron que era el nuevo Arrupe, el sucesor de aquel vasco-japonés que conoció la bomba de Hiroshima, que fue tolerante superior de los jesuitas y que sufrió el desdén de su Papa, de Juan Pablo II. ¿Cómo serán las relaciones de Adolfo Nicolás con Benedicto XVI? es uno d elos enigmas para el nuevo año que los vaticanólogos analizarán con detalle. la obediencia está garantizada, pero quizá no la sumisión.

De momento el nuevo superior de los jesuitas ha dejado un mensaje inicial de preocupaciòn por los «pobres y los marginados» un mensaje que no cuenta entre los preferetes en los discursos de la jerarquía de la Iglesia católica.

PD. me ha llamado la atención la poca atención prestada a la actitud de grupos activistas de estudiantes de la Universidad de Roma que han llevado a suspender la visita del Papa a esa Universidad. Un mal ejemplo, que pone de relieve intolerencia en un marco universitario y debilidad de las autoridades universitarias y del propio gobierno. Italia va mal, y este lamentable hecho lo confirma.

El debate de los directores: mejor que bueno

El debate protagonizado anoche en TV1 por seis de los siete directores de los periódicos nacionales (el que faltó se equivocó, por pecado de soberbia o quizá por miedo elemental) fue un buen ejercicio democrático y un ejemplo de buenos maneras. Ojala que el debate parlamentario y el debate político profesional tuviera semejante altura y tono al mostrado por estos periodistas. Se confrontaron posiciones personales, ideológicas y de contenido, sin atropellarse, con discursos claros y bien fundados.

Todos los directores presentes acreditaron que sabían de lo que hablaban y que lo hacían sin exageraciones ni extravagancias, sin concesiones a la demagogia ni a la ligereza. Cada uno arrimó el ascua a su sardina sin disimulos; ninguno ocultó sus preferencias, de manera más o menos explícita, pero con fuste y con argumentos. Los debates-espectáculo demasiado habituales en televisiones y radios, se quedan empequeñecidos, aunque no faltan quienes disfrutan con la bronca y el despropósito.

Aun ignoro como funcionó la audiencia, probablemente fue baja, pero no conviene confundir el peso con el volumen. Mucha audiencia no necesariamente significa alto aprecio, influencia o valoración. Hay audiencias masivas que rechazan, incluso desprecian los contenidos.

El debate fue exquisito en lo formal y bastante más duro en su contenido y posiciones; tanto o más que algunas de esas algaradas habituales en el debate político. Los seis periodistas invitados, se mostraron respeto mutuo y también a las personas mencionadas; no se interrumpieron, escucharon y replicaron; seguramente ninguno ha cambiado de criterio tras escuchar a los otros, pero aportaron argumentos interesantes para la audiencia. Los seis invitados y la moderadora acreditaron excelentes condiciones y la mejor profesionalidad. Demostraron que en el periodismo español hay madera y maneras.

La “lideresa” pega duro

El protagonista del día en la política es Alberto Ruiz Gallardón, definitivamente (aunque esta es palabra prohibida en política) derrotado por adversario de su propio partido, Esperanza Aguirre. Gallardon nunca fue diputado en la Carrera de San Jerónimo, lo fue su padre entre 1982 y 1986 (II y III legislatura), pero no él, que en la política nacional oficial solo pasó una temporada corta por el Senado, donde ejercicio, brillantemente, como portavoz de su partido.

Gallardón está en política desde que nació; hizo la mili de esa profesión al lado de Fraga, a quien reconoce como mentor y de lo cual dejó testimonio emocionado, incluida alguna lágrima, hace unas semanas. Y lo ha sido todo en la política madrileña: concejal, diputado autonómico, presidente de la Comunidad y Alcalde.

Todo indica que va a decir adiós a la política este mismo año, antes de cumplir los 50 (le toca el próximo 11 de diciembre). Su caída en desgracia se fraguó tiempo atrás, en su propio partido. El PP de Madrid le despreció hace tres años cuando quiso ser líder local y desde entonces ha librado una dura batalla frente a Esperanza Aguirre, la favorita de Aznar y de las bases del partido.

De la reunión de ayer por la tarde en la calle Génova de Madrid, sede del PP, en la que participaron Rajoy, Acebes, Aguirre y Gallardón sale un claro ganador: Esperanza Aguirre. Aunque Rajoy ocupa el cartel electoral, Esperanza Aguirre es líder evidente y las encuestas lo reflejarán, de hecho ya lo reflejan. Aparentemente Rajoy ha mediado entre los líderes secundarios del partido, pero la realidad es que ha sido Esperanza Aguirre quien ha acredito dominio de la escena y la que ha impuesto sus tesis.

Gallardón tiene buena edad para replantear su vida profesional, incluso para volver a la política activa en otra coyuntura. Pero como están repartidas las cartas se ha quedado sin espacio.