"El deseado bien último se alcanza mejor mediante el libre comercio de ideas".(1919) Juez O. Wendell Holmes del Tribunal Supremo de EE UU

Lecciones del caso Leganés

El desenlace (no necesariamente punto final) del caso de las sedaciones en el hospital de Leganés es uno de los que conducen a la melancolía. ¿Quien obtiene algo del provecho? ¿Cómo se reparan los daños producidos? Es una de esas situaciones que merecen análisis para que no se vuelva a repetir.

El origen es conocido: una denuncia anónima que da pie a una intervención inmediata y ruidosa de la administración para poner patas arriba un hospital en busca de ¡crímenes! en el ejercicio profesional. Si alguien hubiera pensado un rato lo que podía ocurrir no hubiera puesto en marcha la máquina de picar carne, que empezó en marzo del 2005. Repasar ahora los titulares y comentarios en diarios como El Mundo o La Razón produce bochorno, ¿cómo borrar todo eso? ¿Cómo revertir esas acusaciones infundadas?

Siempre he pensado que detrás de esta historia trágica está la respuesta de algunos grupos a la película “Mar adentro” y lo que podía significar de aliento a una forma de mitigar el dolor irreversible que algunos consideraban eutanasia. Esos grupos querían poner pies en pared y encontraron en Leganés una oportunidad para advertir a los médicos que estaban en zona de riesgo. Desde ese punto de vista la operación funcionó, en estos momentos la aplicación de cuidados paliativos, está sometida a cautelas y muchos médicos prefieren no correr riesgos, no incitar a un inquisidor cercano.

La trayectoria judicial del caso Leganés ha sido inequívoca, la fiscalía no vio caso, varios de los informes de los peritos fueron parciales y de parte y, finalmente, un juez sensible a los demandantes, solo se atrevió a poner juicio de valor marginal e infundado en un auto de archivo. El recurso de los absueltos (una petición poco común, recurrrir tras el archivo de una causa penal) ha concluido en la Audiencia con el reproche al juez que archivó, al que se le ordena que borre del auto sus opiniones infundadas.

Para los acusadors la derrota es total, sin paliativo alguno, pero han cumplido sus objetivos, han conseguido dar un cerrojazo a esos procedimientos. Más de una docena de jefes de servicio del hospital de Leganés han perdido su empleo, se ha sembrado desconfianza infundada y se han abierto heridas innecesarias. Los denunciantes anónimos siguen escondidos y a los políticos que atizaron el caso nadie les pide cuentas. Es para llorar.

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