Ryan Murphy es capaz de lo infame y de lo magistral. Con un equipo de guionistas y directores capitaneado junto a su mano derecha, Brad Falchuk, el productor estadounidense ha viajado desde el delirio histriónico y manierista a manifiestos cargados de actualidad sobre la libertad y la diferencia, en series que van desde Nip/Tuck a American Crime Story pasando por su saga inconfundible de terror. American Horror Story: Roanoke, la última entrega de la ficción de FX, ha sido el recorrido de una montaña rusa entre la genialidad y la imperfección, tambaleándose continuamente: nos hemos bajado mareados, pero el chute de emociones merece la pena. Mi relación con la obra de Murphy y Falchuk ha sido tan irregular como describo su carrera, pero reconozco que con Roanoke, además de lo anterior, también han sido capaces de la resurrección.
Que Lana Winters, el mejor personaje de la serie, la periodista a la que conocimos en Asylum, fuera a aparecer en el último episodio de Roanoke era una especie de señal. La mujer que terminó la segunda temporada por todo lo alto volvía para hacer lo mismo con la sexta, y ese final ha estado a la altura de sus mejores desenlaces, o al menos se cuenta entre los más arriesgados. Así ha sido Roanoke, tal vez no la mejor entrega de American Horror Story, pero sí la que lo ha tenido todo: ha sido divertida, malrollera, ingeniosa, irónica y meta. El décimo capítulo, que se emitió anoche en FX y mañana llegará a Fox España, no solo nos cuenta qué ha pasado con los supervivientes de Roanoke, también es un epílogo retorcido con las virtudes de la temporada.
¡SPOILERS! Si no sabes cómo arregla Lana Winters todo esto, no leas más.
El episodio final narra los meses posteriores al rescate de Lee, que sobrevive al ataque de los colonos fantasmas después de haber matado al resto de supervivientes; se enfrenta al juicio por el asesinato de su marido, que confiesa en vídeo, pero está dispuesta recuperar el crédito y el cariño de su hija. En una loca mezcla de formatos de telerrealidad, Lee es juzgada inocente y entrevistada por Lana Winters, pero además protagoniza un último retorno a la casa maldita, donde se sacrificará para salvar a Flora. Lo más destacable del capítulo, además de todos estos giros y guiños, es la labor de Sarah Paulson, que rescata al personaje fetiche, y de Adina Porter, que ha vivido en Roanoke su revelación, tras su paso por True Blood, The Newsroom y Los 100.
Así cierran Ryan Murphy y Brad Falchuk la temporada que, pese a suponer un back to basics al terror convencional, ha sido el dispositivo de género y narrativo más valiente. Los creadores no suelen dar puntada sin hilo, pero esta vez han dejado de lado sus discursos sobre la diferencia para profundizar en una reflexión sobre el límite entre realidad y ficción (recordemos que algo similar ha hecho la sobresaliente American Crime Story), con alguna pullita incisiva a la tele del morbo y de los grandes públicos. Roanoke es un modélico ejercicio de metarrelatos (del found footage al boom actual del documental) que además usa la autorreferencia y el doppleganger constante para conectar todas las temporadas de la serie. Los incondicionales de American Horror Story pueden estar satisfechos, pero lo más importante es que su memorable tándem creativo ha recuperado también a los que ya no lo eran.
¿Habéis votado ya en la encuesta que publiqué el otro día? ¿Cuál es para ti la mejor temporada de American Horror Story? Cuando maceremos el final de Roanoke, recuperaré los resultados en un artículo especial.
También te puede interesar:
Encuesta ‘American Horror Story’: ¿cuál es la mejor de las seis temporadas?
Por qué Lana Winters es el mejor personaje de ‘American Horror Story’
‘American Horror Story: Roanoke’ 6×06, el capítulo que pone la serie patas arriba