Es sorprendente cómo nuestra afición por una serie en concreto puede reconciliarnos con nuestro fan más curioso, y llevarnos incluso a investigar materias que aborrecíamos en la infancia. Sin ir más lejos, El Ministerio del Tiempo ha devuelto a la audiencia española el interés en nuestra historia o nuestra literatura, aunque algunos años antes, Breaking Bad hizo de las suyas con la química homicida de Walter White, que, no olvidemos, antes de ser narco era profesor. Algo similar es lo que muchos seriéfagos están viviendo con Juego de Tronos. La cómica Helen Keen, conocida en Reino Unido por un particular show sobre mitos científicos, publicó en septiembre el libro The Science of Game of Thrones, «la ciencia de Juego de Tronos«.
El debate está servido. Servido de nuevo, porque las teorías y análisis sobre Juego de Tronos son comentarios habituales en la charla social sobre el éxito de HBO. Algunos artículos ya se habían sumergido en las explicaciones científicas de aspectos de la ficción, como el fenómeno meteorológico que se narra en la misma, relativo a las glaciaciones, o la supervivencia de estirpes endogámicas como los Targaryen. La propuesta de Helen Keen, que ella misma reconoce como un manual para nerds (pero quién no es nerd cuando Juego de Tronos es la serie más popular), es revisar ciertas leyendas de la serie basándose en tesis muy concretas, y algunas de ellas las repasa en una entrevista al medio norteamericano Salon. ¿Podríamos haber vivido entre dragones y gigantes, o haber creado armas como el fuego valirio?
Drogon, Rhaegal y Viserion, de mascotas. Imposible. Helen Keen no ha descubierto la pólvora, aunque su acercamiento a los dragones de la serie, uno de los temas que la audiencia de su show le pedía tratar, no se limita a negar su existencia. La cómica asegura que estas criaturas tienen un amplio alcance en las culturas antiguas, como la china, que las trataba de forma más benigna, y la inglesa, para la que eran máquinas de matar. The Science of Game of Thrones relaciona dos elementos: el descubrimiento de los huesos de los dinosaurios y la ignorancia respecto a gases como el metano, que provocaban explosiones bajo tierra. El monstruo nace como explicación al miedo que se transmite de generación en generación. Keen aborda además otras curiosidades, como la fuerza de los dragones y del fuego que serían capaces de expulsar.
¿Tendríamos a gigantes como Wun Wun de vecinos? Esta pregunta es tan interesante como la manera en que Helen Keen se ha acercado a ella. Es muy improbable que existieran hombres y mujeres tan altos y fuertes, pues al aumentar la altura aumenta también la masa corporal, y el cuerpo no podría soportarlo. No es tanto una cuestión de altura, como de fuerza. Desmontado lo segundo, ¿qué hay de lo primero? Para ello, la autora recurre a la gente más alta del mundo, los daneses, y a la selección sexual y natural: al parecer, y según sus consultados, la población danesa es cada vez más alta porque las mujeres se sienten atraídas hacia hombres más altos.
Pero los huargos sí, ¿no? Así es, aunque esto tampoco lo ha descubierto The Science of Game of Thrones. Las particulares mascotas de la familia Stark remiten a los animales gigantes que vivieron en América en el Pleistoceno, unos lobos no excepcionalmente más grandes que los del tipo común, pero sí más fuertes, con una constitución más robusta, de depredadores. En este caso, volvemos a la selección genética: se extinguieron por razones naturales, y solamente existirían si los humanos hubieran procurado su supervivencia. Helen Keen incluso afirma en la entrevista que actualmente seríamos capaces de crearlos, así como otras especiales criaturas.
El fuego valirio, arma de destrucción masiva. Esta es una de las grandes leyendas científicas de Juego de Tronos. ¿Existe algo como el fuego valirio? ¿Es probable la explosión que provocó Cersei Lannister al final de la sexta entrega? Las referencias incuestionables son el fuego griego, usado en la antigüedad en las batallas navales, o el napalm, una especie de gasolina gelatinosa de efectos más duraderos que el combustible común, tristemente memorable por la foto de la niña en la guerra de Vietnam. Lo que sí se pone en duda es su fuerza explosiva al reaccionar, como se cree, con el nitrógeno. No existe en el mundo una sustancia tan potente.
¿Científicos o científicas en la sala? ¿Qué opináis de estas teorías?
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Los dragones con lengua de fuego tal vez hayan nacido de algún volcán y sus ruidos. Las lenguas de lava, la boca del cráter, el rugido, el humo por la nariz.. Hace gracia ver a un animal echando fuego por la boca sin quemarse; muy gracioso. Metano debería echar; o igual nació de una comilona con picante. Imagno a un antiguo comiendo, esos ojos colorados, el ardor enla lengua, la boca abierta jooourrr. Dragonazo.
¿Por qué despaarecieron los grandes animales, las grandes plantas, y todo quedó a lo más pequeño? ¿Qué sucedio en el planeta para que evolucionaran de otro modo muchas de las vivientes cosas? ¿Menor gravedad, disparate, diferente atmósfera? Disparate tras disparate. Todo lo dicho por mí es un gran disparate. Lo siento, han perdido el tiempo oooooohhh. Interesante el post..
10 noviembre 2016 | 2:04 pm
Interesante,. Un artículo recomendable que leí hace tiempo sobre el tema:
http://documentalium.blogspot.com/2016/05/ciencia-y-mitos-en-juego-de-tronos.html
10 noviembre 2016 | 9:07 pm
entre dragones no se,pero entre politocos corruptos si
10 noviembre 2016 | 10:06 pm
Bueno es curioso como los dragones son comunes en varias culturas. Parece obvio que los restos fósiles de los dinosaurios podrían ser el origen de estos mitos pero ¿y si tal como se apunta en varias teorías el ser humano hubiera coexistido con estos dinosaurios durante un corto periodo de la historia?
Damos por hecho que todos los dinosaurios se extinguieron hace 65 millones de años pero bueno como dice el matemático Ian Malcom, la vida siempre se abre paso. Quizá hubo humanos afortunados que pudieron ver de primera mano a estos seres tan increíbles. Suena ciencia ficción pero por desgracia nunca sabremos a ciencia cierta todo lo que ha ocurrido en nuestro planeta.
11 noviembre 2016 | 9:49 am