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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Los tres jinetes: el sofá, el ascensor y el coche

La peste, la muerte, el hambre y la guerra de nuestros días o algo parecido son los que hoy provocan que la obesidad sea ya una enfermedad social en toda la regla. Decía el buen Yoku que una de las cosas que teníamos que entrenar para ese próximo Gran Trail de Peñalara eran las largas sesiones de caminata. Vamos, entrenar el senderismo. Solo faltaba eso, pensé cuando se lo leí, pero le he dado unas vueltas más y quería responder.

Esta tarde hablaban en Tres 14 sobre la obesidad en España. En arreglos y reformas para los cuerpos serranos, los españoles que están controlando su sobrepeso gastan 60 euros al mes en productos milagro y dietas sin garantías sanitarias (y, al menos, uno de cada cuatro españoles quiere perder peso). Y es que existen hábitos que son para tirarse de los pelos. Hemos abandonado los usos más corrientes de la vida activa. Una prueba sencilla. Busca qué cosas ya NO haces.

  • Subir las escaleras del trabajo o del metro
  • Ir a la compra con el carrito o, simplemente, caminando
  • Levantarte a apagar o encender la televisión
  • Dar un paseo por el barrio
  • Atarte los cordones de pie, sin sentarte
  • Salir a comerte un bocadillo al campo
  • Montar en bicicleta en vacaciones
  • Ir a misa caminando (luego no digáis que esto es un blog sectario, también pedimos la opinión del sedentario creyente)

El sofá te sufre, incrustado entre los cojines y mantitas para el invierno. El ascensor impide que bajes o ¡subas! desde el garaje al casa, a la tienda, a la oficina. El coche es un apéndice de tu culo. Luego necesitamos entrenar la caminata para la que estamos diseñados desde que nos tiramos al ruedo del bipedismo. Claro, se nos sobrecargan los tendones o las rodillas, los tendones de aquiles que ya no trabajamos subiendo las escaleras o las rodillas que sufren por tener que estar en ángulo recto,  en la silla de la oficina, todo el día. No seremos capaces de tirar a la basura la información genética que hemos ido modelando durante dos millones de años pero, si nos dan otra generación más, vamos a convertirnos en zombies blandurrios a los que chirría cada mañana una pieza distinta.

Total. Son dos días.

1 comentario

  1. Dice ser Bandoneon

    Pero lo que se deja de hacer es sólo la mitad del asunto. La otra mitad es lo que se hace. Se hace un simulacro de dieta mediterranea sin la actividad laboral física que la justifica, se hacen menúes de 9 euros que llenan mas por las grasas que contienen que por sus valores nutricionales, se hace fast food, se compra ya precocinado y se ahorran pasos en la cocina, se usan grasas trans y se resuelve el lío con dietas milagro. Ya no nos alimentamos: sólo comemos, esa actividad automatizada que congrega nuestras maleducados paladares alrededor de un santo Donut que termina siendo sagrado a pesar de que ni sabe a buen chocolate ni alimenta como buen hidrato de carbono. Hemos regalado nuestro saberes y sabores a cuatro o cuarenta fábricas que deciden en un laboratorio,, no en una cocina, cuanto de dulce, cuanto de amargo, cuanto de salado. ¿A que sabe la Coca Cola? ¿En que se parece una patata y una Lay’s? ¿Hace cuanto que un zumo de naranja no es ácido? Deconstrucción no es lo de Ferran Adria, es el carrito del super.

    17 mayo 2010 | 07:28

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