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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Comparando correr con ciclismo

Tengo las cifras más o menos frescas del entrenamiento del domingo, así que se me ha ocurrido aprovecharlas para poner en paralelo la subida de un coloso alpino con la subida de un goloso al quinto pino. Originalidad y seriedad científica aparte en el planteamiento, mientras me afeitaba esta mañana pensaba lo pesado y agónico que se me hacía correr por la Fuenfría arriba, acentuado por haber salido a correr solateras, no culpo a nadie, ni al puerto.

En esencia fueron unos 55 minutos subiendo desde el aparcamiento de Las Dehesas hasta coronar el puerto de la Fuenfría. Más o menos lo que se tarda en subir a ritmo un coloso como Alpe d’Huez, excepción hecha de los tiempos top que tienen Pantani, Armstrong o Ullrich (entre 36 y 37′). Por longitud comparativa podría ser comparable, así que vamos a ello. Subí sin pulsómetro y los desniveles son más o menos similares para los niveles de fatiga. En ningún momento es necesario parar a caminar en esa carretera de la República a la que me refería anteayer. Permite trotar y te castiga si aceleras el ritmo, más teniendo en cuenta que la recuperación en ambas disciplinas es escasa, al no haber tramos llanos o de bajada (salvo 200m pasado el mirador de Rosales). En cualquier caso, las bajadas no cuentan como recuperación sin dar pedales en esto de correr…

El primer bloque, contando el asfalto (unos 400m) y la calzada descarnada, es el más complejo. Partes de cero y has de arrancar con los gemelos y el aquiles en frío casi, con desniveles que no te dejan más que dar zancadas cortas. Voy pasando y saludando caminantes y tres chavales que se han equivocado de senda y practican el empuja-bike entre los cantos de la calzada romana. Las pulsaciones saltan y hay que ser frío para no tener la respiración y los sesos reventando. En un puerto los ciclistas vienen de rodar en carreteras más o menos llanas y el cambio en cadencia y esfuerzo es también enorme. Todos hemos leído sobre el trauma de las primeras rampas. Empatados.

Tras el desvío en el que uno se encuentra con la pista de tierra, bajan los desniveles. Calculo que estamos sobre los 1510m (llevamos subiendo desde los 1320m) y llevamos unos 15 minutos escalando. El trote se hace menos duro muscularmente durante unos 200m y ahora se van alternando curvones cómodos y salidas de curva con rampas de unos 60m más duras. Todo en tierra. Ha habido un parón en el ritmo y los mejores del pelotón me pasan. En este punto se nota que las BTT van mucho más que trotando (imaginemos que han saltado los Riccó, Valverde y Schleck). Mi sitio será ir regulando y coronar el puerto tras esta imaginaria escapada mía. Se terminaron mis minutos de gloria y tv. Aún así, caen algunos caminantes y un par de parejas de novios que están paseando en BTT.

La pradera de Navarrulaque (cota 1670m) es un descanso tras los primeros 33 minutos de ascensión. En un puerto supondría estabilizar el pulso a media subida y encontrarnos con un falso llano. Alpe d’Huez tiene sobre las curvas 15 y 14 un momento de relax. Son apenas 50 segundos, pero sirven. Algunos coches de equipo me pasan y me animan, allez Spanjaard, arriba se oye el griterío, cada vez más lejano y ajeno, del público que se encienden al paso de los de delante. Yo me dejo ir, bebo de mi botellín y afronto ya un poco cansado la segunda parte de la Fuenfría. Una diagonal larga de moderada pendiente que va calentando de nuevo los gemelos. Dos kilómetros constantes hacia el puente de hierro de la Navezuela pero con sombra. Curvón hacia el mirador de la Reina, me pasa un biker ancho y de culo considerable, y … ¡un abuelo en una bici de carretera con ruedas mixtas! Subimos unos 300m charlando (síntoma de que voy guardando para la segunda parte del día) y se me va hacia delante. El mirador de la Reina es una solana de desnivel más suave, excavado en la roca. El paisaje lunar de las partes altas de los cols, de Mont Ventoux, del Galibier, el calor que cae sobre el cogote y la desaparición del aire. Estimo que es hora de un chupito más y afrontar los últimos 800m. En términos de minutaje es como alcanzar la pancarta de 2km a meta. Ellos, los finos zombies de maillots ajustados antieróticos, tardarán unos 4 minutos en rematar. Yo, el redondeado castellano de camiseta en la mano, más o menos lo mismo. Hay que subir de 1740 a 1790m, calculemos que un 7% constante tras 50 minutos corriendo siempre hacia arriba.

Talud, trincheras de la guerra civil española, aire fresco desde la vertiente segoviana. Coronamos puerto, sorteamos dos vacas y damos por concluida la sesión. Ellos pueden ahora abrigarse, beber y bajar sin dar pedales. Mi chequeo personal no es para tirar cohetes pero las pulsaciones están contenidas y … puedo seguir trotando. Una hora de ascensión. Un rato al teclado.

3 comentarios

  1. Dice ser PabloNSN

    Y la épica, casi la misma. (P.S. La próxima vez te llevas unos patines para la bajada –por lo de estirar un poco la comparación–).

    22 julio 2008 | 11:02

  2. Dice ser nacho

    En un Corricolari escrito en castellano antiguo (año 94 o por ahí) aparecía un artículo en el que Fiz y Murguialday (creo) discutían sobre la dureza mayor del Tour o de un maratón. Una mamonada. O qué es más duro: ¿comerse cinco platos de cocido lebaniego (o madrileño) o poner ochenta metros de rodapié en un bloque de pisos?. Son esfuerzos diferentes. Eso sí: lo que tiene mérito y además produce un placer de lo más intenso, es correr la Panes – Potes y coronarla después de tomar los blancos con un cocido, queso picón y orujo de postre. Indescriptible.

    22 julio 2008 | 14:13

  3. spanjaard

    Fíjate que le sobraría hasta lo de correr la Panes-Potes.

    22 julio 2008 | 14:18

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