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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Un paso adelante, ¿dos pasos atrás?

Reflexionaba esta mañana con la escoba en la mano sobre la conversación que tuve anteayer con Trepariscos, posiblemente uno de los tipos que más sabe de monte en Madrid. Va a organizar una prueba de la copa de España de montaña en una prueba muy típica del calendario del centro y demás. Sabiendo con el cariño que lo organizará, pensé en un primer momento apuntarmela para esta primavera y le pregunté, por curiosidad, por el límite. De tiempo no, de dorsales. Y con su ‘unos 250’ por respuesta me quedé. Esta mañana volvía sobre el tema mientras adecentaba mi casita en vacaciones.

Las carreras de/por montaña aparecieron en los últimos 80 con un perfil muy atractivo. Por un lado eran un reto superior y así lo entendía gente como NoLimits con aquel Aneto Xtrem, y por otro era un paso adelante en redescubrir las sensaciones de libertad. Era un intento de alejamiento, era el inicio de ese fenómeno del no-correr, de la salida libre a trotar. El correr por correr habia encontraro nuestro amado monte para algo más que para buscar bellotas o níscalos. Además, el comienzo era prometedor. El calendario de Madrid de antaño cayó en manos de dos sociedades muy vinculadas al excursionismo y poco a la ruta. La señera RSEA Peñalara y el Club del Santander (si no me falla la memoria y el banco era ese). La Cuerda Larga, Las Dehesas-Cotos o los Tres Refugios eran casi no-carreras. Sin chip, sin medir bien ni importar qué tenian de largo, era tirarse al monte y así lo recibimos un puñado de veteranos hartos ya de tanta media y tanto asfalto.

Con el tiempo tenemos FEDME, carreras por montaña frente a carreras de montaña, restricciones medioambientales que, para poder participar en una prueba tipo MAM, o te pegas un mes antes por una plaza o no corres. También tenemos saturación y listas de espera en Zegama, atasco el 17 para correr por Cercedilla, acarreando quejas sobre si la atención al corredor, las apreturas… o sea, hemos convertido las carreras por el monte en carreras en ruta.

Trepariscos me decía que la federación exigía aumentar a un mínimo de kms esa carrera para entrar dentro de la Copa. ¿Es necesario todo esto? ¿El correr por la montaña y la campiña también se va a viciar con los defectos del semiprofesionalizado asfalto? No es culpa de Felipe, claro, que le encarguen organizar la prueba y le encorseten. Bastante sufrirá el, amante de la nieve sin hollar y de pasear con las botas gordas, «las que no te dejan correr» como decíamos entre risas el domingo.

Con la de dias y sendas y montañas que tenemos para correr. Con la pila de amigos que se apuntan a estos trotes. Con la de satisfacciones que da ir sin dorsal y sin avituallamientos y sin prisas, tenemos que meterle otra vuelta de rosca a correr por el monte.

1 comentario

  1. Dice ser Bulderban

    Jodido dilema el que presentas… yo mismo me debato entre esas carreras archiconocidas donde es jodido encontrar un dorsal y esas otras, donde vas y corres, con amigos y sin numero. Lo bueno es que al no comer de esto nadie nos obliga a ir ¿no?

    28 diciembre 2006 | 09:52

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