Entre los numerosos crímenes del régimen de Sadam Husein, quizá ninguno tan atroz como el asesinato del paraíso terrenal. Tras la Primera Guerra del Golfo y el levantamiento chií que la siguió, Sadam aceleró el proceso de drenaje de las marismas del sur de Irak, una región tradicionalmente refugio de disidentes, fugitivos y esclavos huidos cuyos habitantes (los Árabes de las Marismas) tenían un distintivo estilo de vida y una cultura levantisca. Era la región considerada desde siempre como sede del Paraíso Terrenal descrito en la Biblia. Su desecación transformó una riquísima zona de pantanos y marismas repletas de vida, parecidas a Doñana, en un desierto. Tras la caída de Sadam los habitantes de la región destruyeron los diques y volvieron a inundar grandes áreas, con el resultado de que las marismas están regresando. Las plantas acuáticas, las aves, la vida, vuelve a ocupar el lugar de antaño, y las áreas pantanosas avanzan. El paraíso resucita, aunque sigue bajo amenaza: los últimos años los caudales del Tigris y el Éufrates han sido generosos, pero el agua es cada vez más valiosa en el área. El Jardín del Edén no está fuera de peligro.
Concordancia de género corregida el 31/5/2006… gracias, Salomé.