Ciencia: unos tanto y otros…

El señor de la foto se llama Heisuke Hironaka, y en su Japón natal hace anuncios. Recientemente Chen Ning Yang, de 82 años de edad, se casó con una empleada suya de 28 años y en su China natal no se hablaba de otra cosa. Nada llamativo si hablamos de actores, cantantes o deportistas; ni siquiera muy original en los a veces procelosos mundos de la literatura o las finanzas. Estos casos son noticia porque Heisuke Hironaka es famoso por su Medalla Fields, el más prestigioso galardón de las matemáticas, y Chen Ning Yang por su Nobel de Física. En algunos países asiáticos los científicos son figuras socialmente respetadas y la ciencia algo muy serio que refleja el prestigio nacional. Igualito que en España, donde los científicos jóvenes no tienen garantizados siquiera los mínimos derechos laborales. Un poquitín de apoyo social estaría bien. Aunque sin pasarse.

Porque demasiado prestigio nacional colgando de la ciencia tiene sus inconvenientes. Al transformar la adquisición de conocimientos en casi una actividad deportiva la presión sobre los científicos puede hacerse insoportable. Y la naturaleza no admite presiones. En estas condiciones hay quien opta por los atajos, como ya han descubierto Corea del Sur o la propia China. Apoyar la ciencia es bueno. Pero sin empujar, que la verdad nada sabe de prestigios nacionales. La ciencia debe apoyarse como lo que es: conocimiento humano, como el arte o la literatura, y una fuente de riqueza. Ni una faena de aliño para cubrir el expediente, ni una competición.

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