En la «botica de la abuela» (o por qué, a veces, el remedio sencillo es el mejor remedio…)

Cómo lograr la máxima visibilidad ante la avalancha de contenidos a la que nos sometemos diariamente es una de mis obsesiones preferidas. Como habitante de la gran ciudad, me interrogo a menudo sobre qué determina que nos fijemos en determinados anuncios mientras que otros pasan completamente desapercibidos.

Lo sé: no tengo nada de original. En los últimos tiempos, los creativos han ideado nuevas fórmulas para sorprender, y los soportes se han sumado a esa revolución, dando una vuelta de tuerca a los formatos habituales. Aplaudo y persigo la innovación, pero también reivindico en el valor de las soluciones sencillas. En ese sentido, el tamaño y las ubicaciones privilegiadas, sin más florituras siguen proporcionando la máxima visibilidad, y por tanto, una mayor capacidad para llegar al mayor número de personas posible.

 

Ese es el caso de la mediacubierta que trabajamos en 20minutos: una falsa “primera página” del periódico destinada en exclusiva a un anuncio abre la lectura logrando el impacto deseado. mediacubierta_ok_blogmediacubierta_tamanook

Y, por la propia naturaleza de nuestro diario, es doblemente eficaz: no solo ve la publicidad el lector, sino también quien se sienta frente a él en el metro, o la tercera mano que recoge el ejemplar que alguien abandonó en el asiento del tren una hora antes, para el disfrute colectivo.

 

La mediacubierta es una de esas soluciones sencillas que, precisamente por carecer de artificios, por ser estrictamente funcionales, logran su objetivo a la perfección. Y es que sucede que, a veces, recurrimos a los efectos de la química sin mirar antes los remedios que ya existían en la `botica de la abuela´…

 

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