José Ángel Esteban. Señales de los rincones de la cultura. Y, por supuesto, hechos reales.

Lágrimas en un descampado

En el otoño de 1936 un crio al que conozco bien desde hace tantos años se arrodilló delante de una partida de falangistas y lloró hasta convencerlos de que no le obligaran a ver como morían fusilados una docena de vecinos de la comarca. Era un niño, apenas un adolescente listo y rápido que había aprendido a conducir en aquel mundo en el que ser chófer, saber de motores, delcos, bielas y volantes de camiones, era pura magia, un don.

Los facciosos le dejaron junto a la camioneta en la que él mismo había traído a los hombres armados y a sus condenados, y desde allí escuchó sorbiéndose los mocos la descarga cerrada primero y luego los doce tiros de gracia, uno a uno, como campanazos de mediodía.

La partida había empezado de mañana cuando fueron a buscarle con un fusil por delante a él y a la camioneta elegidos por una orden que no podía dejar de ejecutarse. En la camioneta fueron casa por casa, pueblo por pueblo, con el jefe a su lado haciendo cruces sobre una lista de renglones arrugados. En el descampado elegido desmontaron la carga de malditos que llevaban y ahí fue donde el chico empezó a llorar. Le habían exigido ser su chófer, le habían apuntado, pero no quería verlo. Por favor.

Muchos años después, de refilón y hace bien poco, escuché esta historia que nunca había oído y el apretado silencio de palabras que les acompañó todo el viaje de regreso, gemidos secos de nariz, ojos con parpadeo de limpiaparabrisas, hasta que se quedó en silencio en la puerta de su casa. Los otros volvieron a sus destinos y en el descampado quedaron los cadáveres y, seguro, las lágrimas más crueles que alguna vez dejó escapar el hombre que tan bien conozco desde que nací. Ese día en el que por fin desmenuzó su memoria vencido a mi insistencia conseguí conocerlo o un poco más, tenerlo más cercano.

Ayer, en Madrid, quedaron al alcance de la mano diez documentales, diez historias, para quien quiera cultivar de cerca la memoria.

Los comentarios están cerrados.