El futbolista del Milan Kaká ha demostrado esta semana que el dinero no es lo más importante en la vida… a pesar de que él sea multimillonario. Su fortuna podría haber aumentado aún mucho más si hubiera aceptado la oferta del Manchester City, conjunto que estaba dispuesto a pagarle entre 18 y 20 millones por temporada.

El brasileño no sucumbió a los cantos de sirena de los jeques árabes que mandan ahora en el City y que, según hemos sabido, iban a pagarle 130 millones de euros al conjunto rossonero por el jugador.

Si tenía dudas, Kaká se convenció cuando 500 aficionados del equipo se concentraron delante de su casa para rogarle que se quedara. Él les tranquilizó, asomándose a una ventana sonriente y con una camiseta del Milan en las manos.

«Se ha tratado de una decisión tomada con el corazón. He rezado tanto en estos días. Yo soy muy creyente y una indicación me ha llegado directamente de Dios», aseguró el jugador.

Nada tiene que ver la actitud del centrocampista brasileño con la del que se supone mejor jugador del mundo, Cristiano Ronaldo. El portugués lleva dos años mareando la perdiz. Él mismo alimenta la polémica sobre si se queda en el Manchester United o ficha por el Madrid. Su único objetivo está claro: aumentar su salario. Es un pesetero.

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