A pesar de que en su círculo más cercano había mostrado su malestar, el entrenador del Real Madrid, José Mourinho, trató ayer, en la rueda de prensa posterior al trofeo Santiago Bernabéu, de quitar importancia a la llamada de Iker Casillas a los barcelonistas Xavi y Puyol para encauzar la tensa relación entre ambos equipos después de la tangana de la Supercopa:

«Casillas puede hablar por teléfono con quien quiera, no tiene que decirme nada»

Por supuesto, negó que castigara sin jugar en la presentación del equipo ante su afición al capitán del Madrid  y de la selección por esa llamada:

«Adán tiene que jugar porque necesita minutos para evolucionar. Hoy era un partido perfecto para él y ha jugado bien. Con la parada que ha hecho al final nos ha dado la victoria. Antes de llegar yo al Madrid no había jugado ni un minuto con el primer equipo»

Sinceramente, a mí no me extrañaría el castigo o, más bien, el toque de atención de Mourinho a Casillas, ya que le dejó sin jugar en un partido intrascendente. No creo que el técnico portugués se arriesgue a dejar fuera al mejor portero del mundo en un partido oficial, pero, por si acaso, le ha mandado un recadito. Ya lo hizo el año pasado con su protegido, Cristiano Ronaldo, quien criticó el planteamiento de Mou en la ida de las semifinales de Champions contra el Barça y lo pagó con su salida de la convocatoria en el siguiente partido de Liga contra el Zaragoza.