Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

Reflexiones de alguien no demasiado merengue

Ayer, probablemente, se acabó la liga de este año. Tiene un justo ganador, el Real Madrid, que culminó en El Sardinero su aplastante dominio sobre cuatro de los cinco primeros de la clasificación: sólo falta saber su resultado ante el Barcelona, pero presumiblemente en can Barça están por otras apuestas, del mayor interés, por cierto. Para todos: siempre hay gente que anda ronceando por ahí, es inevitable, pero la gente con sentido común, llámense Calderón, Raúl o Pepe, tienen (tenemos) preparada la bufanda blaugrana para el miércoles.

Eso quiere decir varias cosas. En primer lugar, que el Madrid, mientras iba acoplando novedades, cosa nada sencilla, ha hecho bien su trabajo. Como un equipo serio. Las ligas las ganan los equipos serios.

Vimos, en segundo lugar, algo del Madrid del año que viene y que ya habíamos atisbado en varios partidos: un equipo de primer toque, con gente de mucha velocidad individual en el centro (los holandeses sobre todo), un medio centro que cada vez se acopla mejor al fútbol europeo sin perder ese carácter de los argentinos, una defensa que, si es respetada por las lesiones, puede convertirse en infranqueable, un hombre extraordinariamente hábil por bandas, como Robinho, y un gran portero. De Raúl no hablamos: cuando juegan un ariete abre huecos para que el otro marque y cuando no juega los marca él: uno de los individuos más marcados del mundo. Cobra más que todo el Congreso y corre como un juvenil. Cuando se acabe, que se acabará, se habrá roto el molde. Le mandaremos una foto a Luis y otra al grupo de sabios que le ha negado el balón de Oro a un tipo con tres Copas de Europa. Por ahora. Y Guti y Van Nistelrooy, ustedes perdonen.

¿Qué necesita? Vengo de ver ese programa infame de la Sexta, que hace que el fútbol deje de gustarme: entre otras cosas porque sólo hablan del Madrid y del Barça. No sé cómo no se les cae la cara de vergüenza. Porque vergüenza es la que demuestra un equipo de pueblo, como el Villarreal, o la segunda vuelta del Deportivo de la Coruña (o la primera del Espanyol de Barcelona), o las victorias de un equipo agonizante y de unos jugadores que no cobran. O las campañas de Rácing, capaz de jugar de tú a tú al líder, y Almería, que fue capaz xde endosarle cuatro a un señor equipo como el Sevilla.

En el programa se han liado la manta a la cabeza con el crack ese que no acaba de llegar. Los cracks se hacen: pregunten por don Fernando Torres en Liverpool. El Madrid necesita sangre joven arriba, alguien más resolutivo que Gonzalito Higuain, que sigue siendo un jugador muy válido, por cierto. Y poco más: recuperar a Metzelder y cubrir mejor los laterales por si fallan Ramos y Heinze. El equipo está hecho. El estilo, también. Le hace falta estar vivo en el mes de marzo, que es su asignatura pendiente de estos años: cosas de la recuperación física. Y poco más.

Aunque sea por anticipado, enhorabuena…

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