Un deportista es aquel que sabe que el triunfo del otro es también una recompensa: la de haber encontrado alguien mejor

El silencio de Quique

El chico es obediente y se ha ido ya. Él pilotaba la cuarta nave: un Valencia que empezó siendo el visitante más feroz de la Liga española, aunque al llegar a casa se encontrara sistemáticamente con la gota fría e hiciera aguas.

Tradicionalmente solvente en Europa, esta vez hasta el equipo noruego de toda la vida, el Rosenborg, le ha burreado.

Total: un equipo que ha cambiado de manos, dejando el aroma a romancero del hijo de Isidro para ser manejados por dos payos de ley: el bombardero Koeman y el jettatore Baquero. ¿Para qué? Buena pregunta.

Me sorprende que entre las causas de la crisis valencianista nadie cite a Luis Aragonés

. España se ha clasificado para la Eurocopa a base de ordeñar las escasa leche de la vaca de Mestalla: Albiol, Marchena, Villa, Silva, Albelda y Joaquín han viajado más que los baúles de la Piquer, que también era de allí, han fatigado los campos de Europa en busca de un pasaporte para Austria y Suiza y se han vaciado.

Lo siento por un equipo que ha jugado la final de la Champions y ha ganado la UEFA en esta misma década. Me parece especialmente elocuente el silencio de Quique Sánchez Flores en estos momentos. Y en otros, anteriormente.

Y especialmente elegante.

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