El nutricionista de la general El nutricionista de la general

"El hombre es el único animal que come sin tener hambre, que bebe sin tener sed, y que habla sin tener nada que decir". Mark Twain

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Leer determinados blogs puede salvarte la vida (y leer otros ponerla en peligro)

Pocas bromas, o mejor ninguna, con la noticia de un luctuoso acontecimiento fruto de una irracional y poco recomendable, pero frecuente, carrera en pos del adelgazamiento exprés. Del rápido, del milagroso, del cómodo… del peligroso. Me refiero en concreto a eso de comprar pastillas que prometen perder peso, eliminar la grasa y todas esas cosas que molan mucho… sobre el papel o mejor dicho sobre la pantalla del ordenador.

Eloise_Aimee_Parry1

Este es el relato, el homenaje si se prefiere, ya que así fue publicado en la página web de la policía local, de una madre que hace apenas una semana vio morir a su hija de 21 años que había comprado e ingerido unas pastillas adelgazantes:

Un homenaje a Eloise Aimee Parry, escrito por su madre Fiona Parry:

La mañana del domingo amaneció clara y fresca. Ya a la hora de comer se levantó bastante viento, las fuertes ráfagas parecían anunciar una próxima tormenta. Sin embargo, el cielo era de un azul brillante, casi sin nubes, lleno de promesas.

En aquel momento no sabía que ‘Ella’ [diminutivo de Eloise] había comprado unas pastillas adelgazantes en Internet. Estas pastillas contenían una sustancia conocida como DNP (2,4-dinitrofenol) que no es apta para el consumo humano debido a su toxicidad. Había tomado una cantidad de “pastillas adelgazantes” por encima de las que el envase recomendaba tomar y no tenía modo alguno de saber lo peligrosas que podían llegara ser. ¿Cuántos de nosotros hemos pensado “Si una pastilla funciona… tomar una o dos más no le puede hacer daño a nadie”?

Cuando comenzó a sentirse mal fue por su propio pie al hospital donde la ingresaron inmediatamente en urgencias. Mi hija relató sin miedo y perfectamente lúcida las pastillas que había tomado. En aquel momento todavía parecía encontrarse más o menos bien. Pero estas sensaciones cambiaron de forma súbita cuando se conoció el informe de toxicología poniendo de manifiesto la verdadera gravedad de la situación. El producto se había dispersado por todos los sistemas, no había antídoto, y menos aun sabiendo que mi hija se había tomado ocho comprimidos, siendo que dos ya constituían una dosis letal.

A medida que el estado de salud de Eloise se deterioraba, el personal de urgencias hacía todo lo posible para estabilizarla. Conforme la sustancia se diseminaba por su organismo el metabolismo de ‘Ella’ se disparaba; y aunque en el hospital se hacía todo lo posible por frenarlo… era una lucha en vano contra un enemigo que cada vez se hacía más fuerte. Mi hija se estaba literalmente “quemando” desde el interior. Cuando dejó de respirar, le aplicaron respiración asistida y siguieron luchando por salvarla. Pero cuando su corazón se detuvo no pudieron reanimarla ya. Mi hija reventó. Tomó tanto DNP que las consecuencias fueron inevitables. En esas condiciones el personal sanitario jamás tuvo la menor posibilidad de salvarla. Mi hija se carbonizó y reventó.

En el exterior, el viento había parado y llovía mansamente.

Alrededor de las 15:00 del domingo 12 de abril de 2015, mi hija, Eloise Aimee, murió de una sobredosis.    

Nunca tuvo la intención de quitarse la vida. Nunca supo realmente lo peligrosas que eran las pastillas que tomaba. La mayor parte de nosotros no creemos posible que una pastilla adelgazante pueda matar.

El DNP no es una pastilla milagrosa para adelgazar. El DNP es un tóxico letal. Es similar a TNT en su estructura. El TNT es un explosivo. El DNP hace que el metabolismo se dispare hasta hacerlo explotar hasta el punto de jugarnos la vida.

Esta sobrecogedora historia podría haber tenido otro final… o directamente no haberse producida jamás si esta pobre chica hubiera tenido la suerte (o el interés) de formarse una opinión contrastada al respecto de los peligros que tenía el hacer lo que finalmente hizo.

La cuestión de la información

2,4-Dinitrophenol

2,4-Dinitrophenol (o DNP, el «quemagrasas» de mierda)

Entre muchas de las características con las que se puede definir nuestro tiempo, se podría decir con poco género de dudas que vivimos en la era de la información. Pero esta particularidad, virtuosa en ciertas ocasiones, se torna defecto y peligro cuando el volumen de la información es de tal magnitud que impide o dificulta el trillado de la misma. Tenemos mucho acceso a mucha información… pero tanto a la buena como a la mala y en ciertas ocasiones se hace difícil el poder discernir la una de la otra. Máxime cuando en el caso de la mala información suele haber intereses solapados (o no tan solapados, los crematísticos suelen ser los más habituales) de forma que esta, la información inconveniente, en realidad se nos presenta especialmente atractiva y resplandeciente… más incluso que aquella que es válida.

Traigo todo esto a colación porque un reciente estudio ha puesto de relieve el importante y beneficioso papel que pueden desempeñar algunos blogs. Me refiero a las ventajas que tendría el seguir fuentes de información más o menos contrastada y por lo tanto más o menos válida, a la hora de acercarse o mantener uno estilo de alimentación saludable. Así, el estudio Exploring Women’s Beliefs and Perceptions About Healthy Eating Blogs: A Qualitative Study (Averiguando las creencias y percepciones de las mujeres sobre los blogs de alimentación saludable: un estudio cualitativo) puso de relieve, entre otras muchas que:

Esta muestra de 33 mujeres valoró de forma positiva la credibilidad de aquellos blogs de alimentación saludable conducidos por dietistas-nutricionistas colegiados, así como la posibilidad de contacto con estos profesionales y que este tipo de medios posibilitan. Este tipo de blogs podrían proporcionar un interesante punto de partida con apoyo empírico, para el diseño de intervenciones dirigidas a la prevención de las enfermedades crónicas relacionadas con los estilos de alimentación.

El estudio en sí tiene muchas lagunas: la muestra es muy pequeña, además de unas determinadas características socioeconómicas y no otras, el análisis se hace a partir de tan solo 4 blogs, etcétera. Pero desde luego me parece un interesante punto de partida para poner de relieve la labor que pueden estar realizando muchos de los blogs escritos por personas con criterio cualificado.

Estoy convencido que si en el caso de Eloise Aimee Parry hubiera habido una mayor presencia de blogs confiables en su idioma que advirtieran de lo peligroso de su conducta, la probabilidad de acabar como acabó hubiera sido mucho menor. Una pena en cualquier caso y que en mi situación invita a apretar los dientes y a estar más convencido aun más si cabe de mí trabajo.

Si te ha gustado este post quizá te interese consultar:

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Nota: MI agradecimiento por las aportaciones para realizar este pos a Miguel Lurueña (@gominolasdpetro) y a Eduard Baladía (@EBaladia y @EvidNutrition)

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Imagen: Eloise Aimee Parry, foto tomada de la página web West Mericia Police con fines educativos y Wikimedia Commons

Encontraron un auténtico “quema grasas” y acabaron literalmente incinerados (o enterrados)

La mayor parte de las veces que se alude a remedios adelgazantes “alternativos” por no decir de moda o milagro, se suele hacer referencia a la simpleza de los mismos, al fraude inherente que en ellos subyace y, evidentemente a su inutilidad. Pocas veces se comenta los riesgos que entrañan algunos de ellos. Y no me refiero al aumento de la probabilidad de un riesgo a largo plazo y tal, en esta ocasión, en la que hoy acerco hasta el blog, me refiero a un perjuicio real y palpable que se traduce en fallecidos ipso facto… no es broma.

Así, la agencia Reuters se hizo eco el otro día de la creciente utilización de una sustancia en el Reino Unido que obtenida a través de canales alternativos, sirve en teoría para adelgazar ya que es un potente “quema grasas” (esa absurda y recurrente denominación de tantos y tantos productos que se venden con la pérdida de peso como reclamo). La noticia en sí surgió a raíz de esta publicación en la que se dan más detalles. El caso es que su creciente uso se ha traducido en una serie de luctuosos acontecimientos que han provocado el fallecimiento de no menos de 5 personas en los último años y numerosos afectados.

2,4-Dinitrophenol

Se trata de una potente droga sintética que responde al nombre de 2,4-dinitrofenol (más conocido como DNP) y de la que incluso la Wikipedia da cuenta. Esta fuente solo indica que al parecer su uso se circunscribió en el tratamiento de la obesidad allá en la década de los años 30 del pasado siglo cuando ya entonces se prohibió por los importantes peligros que sobre la entrañaba. En realidad, esta sustancia se usaba anteriormente en la fabricación de colorantes, conservantes de la madera, explosivos y pesticidas (como ves una joyita para meterse entre pecho y espalda).

No quiero agobiar con detalles demasiado técnicos, pero para el que le interese diré que esta sustancia actúa en las mitocondrias alterando la forma normal de obtención de energía a partir de las grasas. En realidad lo que se impide es la fosforilación oxidativa del ADP (o adenosín difosfato) y por tanto su transformación en ATP (o adenosín trifosfato, verdadera molécula que funciona como pila energética) por parte de la célula. Este hecho deriva, muy en resumen, en la obtención de una gran cantidad de energía que no puede ser almacenada como debería en «las pilas» (en el ATP) a causa de esta sustancia. De esta forma se genera un exceso de energía en el interior celular que se disipa en forma de calor. Como consecuencia, la tasa metabólica, la glucólisis (ruptura de la molécula de glucosa que resulta en la obtención de más energía) y la lipólisis (ídem que anterior pero con los ácidos grasos) se aumentan y se reducen las reservas de grasa. De forma muy sintética, se aprovechan las grasas para obtener en principio energía metabólica (ATP) pero en realidad solo se consigue generar calor; no se obtiene ATP, y entonces se utilizan más grasas para sintetizarlo, entrándo en un peligrosísimo ciclo de retroalimentación positiva. Al final la gente termina auto asándose desde dentro. Es decir… esto sí que es un auténtico quema-grasa de ensueño para mucha gente. De ensueño sí, siempre que no se consideren sus graves efectos secundarios que es lo que al parecer ha ocurrido con no pocas personas que, como decía, fallecieron tras usar el 2,4-dinitrofenol.

Sus efectos son tan conocidos y peligrosos cuando se utiliza con este adelgazante propósito que ya en 1938 la FDA nortemericana prohibió su utilización. Como curiosidad, diré que el anterior artículo menciona que esta sustancia era distribuida entre los soldados rusos de la II Guerra Mundial para que se mantuvieran calientes (¡con esa clase de jefes rusos “amigos” quién necesitaba alemanes para que les tirotearan!)

Bueno, a lo que íbamos. Ya ves que se trata de una peligrosa sustancia de la que jamás te hablarán de su negra realidad aquellos que la ponen en circulación (nunca en los canales sanitarios legales). Te lo puedes imaginar: “la pastilla maravillosa que te hace adelgazar sin hacer nada más que tomarla”. Paso olímpicamente de poner enlaces en las que se puede, al menos en apariencia, encontrar y comprar esta sustancia, pero haberlos los hay a patadas. Y que no te engañen, según diversos especialistas no hay una dosis segura.

Siento desilusionar a todos aquellos que tan frecuentemente me preguntan si de verdad, de verdad no hay una pastilla mágica que te haga adelgazar per se. Mi respuesta es siempre la misma, la pastilla esa existe, pero los efectos secundarios de su uso trascienden en varios órdenes de magnitud el problema que se pretende atajar. De la misma forma que también existen sistemas para ser feliz forever… por ejemplo con la heroína, la cocaína y demás (modo ironico). Creo que ya me entiendes.

Al loro pues con el DNP que por lo que se ve, además de peligroso y seductor, se está poniendo “de moda”.

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Imagen: vía Wikimedia Commons

Cetona de frambuesa, otra tontería quemagrasa más, embotellada o en cápsulas

Milagros_ Stuart Miles

Hace un par de meses un lector agradecido me puso en antecedentes sobre un producto “para adelgazar” que al parecer está pegando fuerte en Alemania, se trataba de la “cetona de frambuesa” de la que no había oído hablar hasta ese momento.

Todo apunta a que se trata de la enésima filfa milagrosa que se anuncia con el fin de ayudar a sus consumidores a adelgazar a partir de un reclamo tan antiguo como absurdo e inexistente: su supuesto efecto quema-grasa.

Bien, con independencia de que existan algunas moléculas que sean indispensables para la obtención de energía a partir de los ácidos grasos, ya se comentó en esta entrada que aportarla en una mayor cantidad no tiene por qué tener un efecto beneficioso o sinérgico, más al contrario, puede ser incluso perjudicial. La L-carnitina es una de esas moléculas mencionadas en el citado post, sin embargo no está probado y tampoco tendría demasiada lógica que aportar más L-carnitina que aquella que podamos nosotros mismos sintetizar y/o aportar en el marco de una alimentación equilibrada surta el efecto de utilizar más ácidos grasos para obtener energía, es decir, que sirva para quemar más grasa.

Raspberry_ketonePero el caso de la cetona de frambuesa es diferente. Esta sustancia, una cetona aromática de naturaleza fenólica y que responde a la fórmula química 4-(4-hidroxifenil) butan-2-ona, jamás ha demostrado de forma convincente el participar o mejorar el proceso obtención de energía a partir de los ácidos grasos y mucho menos ser necesaria.

Creo que merece la pena hacer constar que su obtención a partir de la fuente natural resulta bastante costosa, sin embargo su síntesis en laboratorio es francamente barata, lo que además, sirve para poner el grito en el cielo con respecto al precio de venta que tiene este producto en el mercado de la suplementación y el adelgazamiento.

La evidencia científica sobre los beneficios de este producto es en la actualidad escasa

Por un lado tenemos la opinión científica de la EFSA de 2011 al respecto del valor del extracto de frambuesa (nótese que no es cetona, sino extracto, todo hay que decirlo) en la que se concluye que las alegaciones de que el extracto de frambuesa, ayude a mejorar la termogénesis, elemento que a su vez ayude a controlar el peso; ayude a controlar la apetito de forma natural; facilite la sensación de saciedad tras una comida; ayude a gestionar el hambre y el apetito; ayude, contribuya o facilite la pérdida de peso; o contribuya a controlar el peso corporal; no están avalados por suficientes estudios en humanos (páginas 21 y 29).

Por el otro en pubmed, la inclusión en la barra de búsqueda de raspberry ketone (cetona de frambuesa) arroja 39 resultados, de los cuales en solo 5 se relaciona esta sustancia con el peso (al menos originalmente) y de los cuales solo hay uno realizado en humanos, muy reciente, el cual comentaré a continuación.

Con el subyugante título de Eight weeks of supplementation with a multi-ingredient weight loss product enhances body composition, reduces hip and waist girth, and increases energy levels in overweight men and women (Ocho semanas de suplementación con un producto de la pérdida de peso de varios ingredientes mejora la composición corporal, reduce la cadera y circunferencia de la cintura, y aumenta los niveles de energía en hombres y mujeres con sobrepeso) en este estudio los autores concluyen que aquellos que utilizaron un preparado comercial a base de “sustancias naturales” que contenía entre otras cetona de frambuesa, cafeína, capsaicina, ajo, jengibre y Citrus aurantium (naranjo amargo) además de seguro, es más eficaz frente al placebo en la pérdida de peso, la mejora de la composición corporal y la reducción de los perímetros de cintura y cadera. Todo ello evaluado en un periodo de 8 semanas que incluía un programa dietético y de ejercicio para personas obesas sanas y activas de ambos sexos.

El estudio, bastante impactante en sus resultados, tiene algunas pegas no pequeñas. La primera de ellas la duración, 8 tristes semanas periodo que, aunque lo afirmen los autores no es suficiente, ni de lejos, para validar su seguridad. La segunda, la escasez de la muestra, a pesar de que se empezó con 70 voluntarios los datos son relativos solo a 45 de ellos ya que el resto abandonó el estudio por diversos motivos relacionados con el programa de dieta, suplementación y ejercicios. De los 45, los datos pertenecen: 27 al grupo de intervención (que tomaban las cápsulas naturales) y 18 al de placebo. La tercera, suponiendo que las diferencias puedan ser atribuibles a las cápsulas con “productos naturales” y sin tratar de hacer de menos la rigurosidad en cuanto al correcto “cegado” de los grupos… ¿cuál o cuáles de los elementos de este cóctel fitoterápico fue el responsable? Y la cuarta, resulta que los dos autores principales del estudio recibieron financiación para la investigación y/o han actuado como asesores de los proveedores de materias primas, productos nutracéuticos y compañías de suplementos dietéticos. No creo que haga falta decir nada más. Ahí lo dejo.

El principio de la cetona de frambuesa

El origen de esta mediática paparruchada, al parecer, se encuentra, una vez más, en los Estados Unidos. El año pasado en el espacio televisivo “The Dr. Oz Show” este señor con su nombre tan mágico y evocador promocionó la cetona de frambuesa como el “número uno de los milagros (sic) embotellados para perder tu grasa”. Tal y como estarás suponiendo a estas alturas, hay una línea de productos «Dr. Oz» que comercializa él mismo. Entre su variopinto catálogo de productos se incluye, evidentemente, la conocida cetona de frambuesa. Pero a día de hoy ya hay en el mercado muchas otras marcas que la comercializan. Una vuelta por internert nos ofrece múltiples ejemplos.

Por último y para quien no conoce al Dr. Oz, mencionar que esta persona ha sido a menudo criticada por sus habituales propuestas, o mejor dicho, salidas de pata de banco pseudocientíficas. Tal es así que ha recibido en dos ocasiones el poco apetecible premio (digo yo) Pigasus, siendo hasta el momento la única persona en conseguirlo dos veces. Los premios Pigasus, promocionados por el conocido escéptico James Randi, tienen por objeto el poner de relieve los fraudes más flagrantes en materia de “ciencia”, parapsicología y demás. En 2010 el Dr. Oz fue premiado en el apartado reservado a los medios de comunicación por su inagotable promoción de la charlatanería médica, y en 2012 en la categoría de “dar la espalda a la realidad” por los mismos motivos además de por promocionar las creencias paranormales y la pseudociencia.

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Imágenes:   Stuart Miles vía freedigitalphotos.net y Edgar181 vía wikimedia Commns