Pepe, «es que no sabía que era en circuito y a mi eso se me da mal… bueno, la verdad es que nunca he probado». O Diego preguntándome si «vamos acabar locos de pasar por el mismo sitio una y otra vez». Se acerca una carrerilla ante la que muchos estáis abriendo los ojos y, supongo, que tenéis a partes iguales en mente o alejada como Satanás. En días tendremos abierto el proceso de inscripciones como anunciamos en la web. Mientras, la prueba va hilando el ovillo¿Qué haría yo para tranquilizar a los que estáis medio embarcados o para animar a los indecisos?
¿Cómo puedo disfrutar en un evento de seis horas sobre un circuito canijo en un pueblo de la sierra oeste de Madrid?
De todas mis monsergas, recaditos, mensajes subliminales o coces a los tobillos, seleccionaría un ideario básico. Dejadme ser sintético por una vez en mi vida, a la par que ordenado:
1. trota la bajada del circuito, camina la subida [Principio de la proporcionalidad energética del cochinillo]
2. cuando pasa uno por delante de la gente en un circuito no saben si eres el que lleva 39 vueltas o 12 [Sofisma o teorema persuasivo erróneo de la percepción cosmogónica]
3. ve charlando todo el rato con los que doblas, te doblan, o parejos a tí [Ecuaciones diferenciales de cosmos paralelos lorentzianos]
No hace falta mucho más. Ni entrenar ni no entrenar. Ni estar inmerso en preparaciones previas o específicas. Las 6h serán un rodar en mitad de un pueblecito que nos mirará con curiosidad, que se tomará unas cañas a pie de recorrido si el tiempo lo permite. Pero también tiene hueco al que quiera superarse hasta el vómito, poner las pulsaciones a como las quiera. No somos nosotros quienes vamos a prohibir el ejercicio virulento de la sugestión del corredor. Nada más os vamos a ir dando de comer y beber mientras interpretáis esos solos virtuosos aunque sin zancada gallarda ni estilo. Guapetones.
Hostia, el científico loco Flippy en la tele. Me voy al baño a destrozarme un uñero. Sufrimiento ultra.