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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Relatividad

Vivimos en un permanente e inquietante estado relativo; las referencias que tomamos no son más que eso, esas referencias puntuales que únicamente a nosotros nos sirven. Botones de ejemplo tenemos en la percepción de la gordura que ataca ahora a mis seres queridos (o sea, a mi mismo y a mi mecanismo conyugal), los mil análisis sobre si este verano está arreando el calor de lo lindo o, ya digo, la conversación que sostenía hace días con una compañera bloguera. Sea:

– Estoy hecho un adoquín, madre mía lo que me costó hacer los 15km con el par de subidas. 1h20 haciendo solo unos 9 a 5min/km y el resto a gatas
– ¿1h20? ¡Pero si estás hecho un maquinorro!
– Si, una máquina de picar carne

Pero es cierto. No es cierto que esté hecho un maquinorro. Estamos como siempre metidos en la medición enjuta de nuestro historial, de nuestras carreras, de las series. Lo que es cierto, de lo poco que se me quedó en la facultad de Ciencias donde transité un año, es lo de las ecuaciones de Lorenz. Como éstas son algo engorrosas, me referiré a un parrafillo de un libro muy salado que tenia mi padre (‘El divertido mundo de las matemáticas’). Describía la relatividad de la simultaneidad (podéis leer principios básicos de Einstein en este enlace) colocando dos observadores dentro y fuera de un vagón de tren en movimiento. Las cosas que observaban, en este caso el encendido de una luz, eran por supuesto diferentes. En definitiva, era cosa de los sistemas de referencia donde colocar a cada observador.

Mundo running. El sistema de referencia del corredor de fondo del grupo, que circula a 6 min/km es uno, inmutable y lentillo. Para él, un rodar a 5min/km es una velocidad alta; Un corredor que habitualmente participa en carreras sobre los 4.30min/km, un rodaje a 5min/km es un rodaje lento. En sus sistema de referencia, ir a 5 es poco, pero ir a 6 es arrastrarse. Para ambos, irónicamente, el correr de los kenianos es demencial y superhumano.

¿Con qué referencia me quedo, con la conversación con Ana y la sensación de que somos unos lloricas y unos gilipuertas? ¿Al contrario, miro confrialdad el ‘rodaje’ del otro día de la tapia de la Casa de Campo y los horrores que me costó seguir un grupo que iba tocándoselos? ¿Qué deberíamos aprender de todo ello?

Y así, miro y miro lo que se me avecina en los próximos meses, una pausada pero constante rebaja de mi perrería, panceta en los lomos y demás, y procuro convencerme con una máxima que me haga tranquilizarme de cara a las cien millas vascas: «fíjate en los ritmos y capacidad de los que llegan por detrás de ti en pruebas de ultrafondo: ellos también terminan dentro de control».

3 comentarios

  1. Dice ser ser13gio

    Lloricas y gilipuertas, definición más que correcta. Se podrían añadir más adjetivos igual de peyorativos, todos merecidos.
    s

    18 agosto 2009 | 20:13

  2. Dice ser Ana *

    A mí no me parece mal (faltaba más) que cada uno tenga su sistema (y su grupo) de referencia; es más, me parece lo adecuado. Pero no es necesario despreciar a los otros. A veces leo cosas en este mundillo (lamer que es una) que me llevan a pensar que hay quien juzga a los demás (y a sí mismos) por la velocidad o la distancia que son capaces de desarrollar (o por la edad, incluso). Y da un mal rollo…

    En cuanto a ti, están claras las dos opciones: pasarte a mi sistema de coordenadas (opción fácil, pero incorrecta; tú estás dentro del tren) o hacer lo que te toca. Depende de tu objetivo (o lo que te ilusione) para la burrada esa que quieres hacer. Si a ti te vale, a los demás nos tiene que valer.

    18 agosto 2009 | 23:15

  3. spanjaard

    Ley.

    19 agosto 2009 | 07:05

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