Ya pero, ¿qué hicieron los romanos?

All right … all right … but apart from better sanitation and medicine and education and irrigation and public health and roads and a freshwater system and baths and public order … what HAVE the Romans ever done for US?

Mientras metía en razón una coliflor con una pasta de pescado, pensaba ayer tarde en lo de los unos y los otros. Lo del hincha del Olympique de Marsella y el ‘todos a una’ de la política francesa, que ha negociado una salida digna de conflicto diplomático a una sentencia penal de una judicatura que ya no hay dios que se la trague. Vamos, lo que decía Landes en un comentario de ayer del izquierdoso que grita ‘puta xxx’.

Y creo que todo viene de lo que no pudieron hacer los romanos con nosotros. Esta madrugada lo hemos madurado correteando mientras helaba. En pocas zonas de la vieja Europa ha anidado el pan-nada. Tres mil años después seguimos en la cosa de la aldea. Me explico.

1. Ni el panhelenismo, ni la Roma mediterránea, ni el islm, la alianza ibérica, ni los sentimientos europeístas o humanistas. Ninguna de las perversiones globalistas e internacionales han logrado calar en una aguerrida banda de tribus. Lo simpático de la literatura menos aperturista (Unanumo, los glosantes de los Borbones, Mesonero Romanos, la prensa franquista y sus nuevos seguidores) es que venden la cerrazón como un valor. El ‘que aprendan ellos’ trasladado a un haber de la contabilidad ideológica del ibero -otra entelequia- y que lastra generación tras generación de hispanos -otra. ¿Unirnos a los portugueses?, vamos anda. ¿Dejar que la financiación se la lleven los catalanes? ¿Y qué pasa con el AVE a Extremadura? ¿Los marroquíes, colaborar con ellos en agricultura o pesca?

2. Este preocupante hecho se multiplica por obra de los sentimientos tribales de los últimos dos siglos, una vez perdida toda esperanza de que la Razón o la Ilustración acamparan aquí. Contrario sensu, se abrazan causas de más chispa como los regionalismos (Almirall y su queja permanente contra el Estado, Arana y su flipada de bandera británica en colores euskaldunes), los toreros (o de el Gallo o de Bombita) y, finalmente, el fútbol (puto).

¿La política? ¿La omites para no herir sentimientos, querido holandés errante?

No, la política tribal, la aldea garrula en la que se sigue viviendo igual que hace 600 años calca y reproduce a mayor escala los bandos, la terrateniencia y la posesión y obediencia ciegas. De ahí que ya hace tiempo considere a España como un entramado, como un cruce múltiple de realidades rurales fragmentadas. No es una entidad, ni una ni grande ni pobre (¿cómo era aquello?); es una repetición a diferentes escalas de la misma idea tribal de lo mío.

Oiga, ¿y qué hay de lo mío?

Pues eso. Aparte de las carreteras, los acueductos y herramientas sociales de cierta utilidad, ¿qué dejaron los romanos?

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