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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Los siete pecados capitales y mi mujer

Pon… esto sabe como a colonia. Qué asco. Em… al contarle a mi mujer mis inquietudes literarias, ella, a la vez que me apoya me hace tener nuevos retos…

Mi fumada mujer está en plena inspiración. Ayer nos jugábamos, para palmar, una cena sacada del libro de recetas de Arzak, a ver si era capaz (yo) de escribir algo diferente a las miles de formas que han sacado al mercado los libros de corredores.

No te vas a comer un rosco. Lo que vende es el sexo, la violencia

Ahora me lo recuerda en pleno éxtasis de consumo de costo molareño. Presierra y mandanga. Dice aún –que no calla la jodía- que los cuentos cortos son más contundentes. Una trama, un asesinato, problemas políticos financieros de empresas oscuras. Después del cuento corto se lanzó, aún sin emporrar pero ya picada entrándole a los postres en la Nebraska de Gran Vía, al lado del Lefties, a enumerar los brillantes chistes que se pueden sacar con los pecados capitales. Resumiendo, se me juega una cena a que no soy capaz de contar 7 chistes sobre corredores, combinando los pecados capitales con el mundo del corredor.

Teresa, estás a punto de perder la cena. Temblad.

IRA.

Va el corredor Juan Antonio Rodriguez Jiménez, que era un iracundo (y un jodío envidioso) y le dice a otro, uno flaco de Leganés con mallas amarillas y que no colaboraba tirando del grupo: «Tú, ¿qué pasa?, ¿tengo que hacer yo todo?».

Y le metió una hostia.

2 comentarios

  1. Dice ser Spanjaard

    En su descargo, dice que es una vez al año, lo de colocarse. Cierto; además le da cuando es verano, estamos solos y se pone muy graciosa. Es una sintomatología a estudiar. ¿El síndrome de la Madre Liberá?…

    22 julio 2007 | 16:57

  2. Dice ser Sylvie

    Pa mi que va a ganar ella.Besitos.

    23 julio 2007 | 11:54

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