El corredor-cliente

Llevábamos mis compañeros de organización de los Castillos de Avila varias semanas dando vueltas al asunto del Trail 2007 y hemos consensuado varios puntos. El principal, cancelar la celebración de la edición de este año. Con todo el dolor de nuestro corazón no se volverá a organizar. Es una experiencia que parimos y os brindamos durante 3 brillantes años. Corrimos, comimos chuletón y nos hicimos más amigos aún.

Las ediciones futuras dependerán como siempre de miles de asuntos intangibles. En cuanto podamos ampliar la plantilla de nuestro pequeño (casi simbólico) club, colaboradores, voluntarios, teniendo en cuenta que además la directiva ha cambiado su residencia fuera de Avila y todo se hace mil veces más difícil, consideraremos la posibilidad de volver a organizar nuestros Castillos. Preferimos quedarnos, ya lo saben, con el mejor de los sabores de boca de 3 ediciones bien completadas que estar en el borde de un fallo y que sea esa una fea despedida. Pero no garantizamos nuestra capacidad de hacerlo igual de bien que en anteriores ocasiones.

Y claro.

Llegan algunos mensajes (gracias) de apoyo reprochando a las instituciones la falta de soporte… no, no. Las mil trabas no son prácticamente de tipo institucional (alguna habrá, vale). En buena medida el protagonista que debería haber tomado como suyo este evento, el corredor, se ha limitado a ser espectador o cliente y no hemos sabido engancharle para la causa. Unos y otros con excusas honestísimas se han quedado mirando cómo se organizaba una super prueba en su ciudad-provincia, pero ‘que nos la dieran ya trabajada’. Quizá no hemos sabido liar a corredores de la zona para empujar y hacer de los Castillos un evento brutal.

Es feroz ver cómo solo somos corredores-cliente. No nos tira mucho en general lo de corredor-manufacturero. Desilusiona. La capacidad de motivación para el asociacionismo en España ya es asquerosa. En algunas áreas del país donde se ha castigado el movimiento particular con la espada y el crucifijo, en las ancladas regiones y las estáticas y adustas castillas, cuesta todavía más. Nos hemos pasado varios estadios y nos ha venido la cultura del gran usuario demasiado deprisa. No hemos embarcado a nadie en inventos, ni en revoluciones industriales, tecnológicas, agrarias no culturales. Siempre hemos ido a remolque esperando nuestro momento ganador. Y de sopetón tenemos suficiente tiempo de ocio, renta y salud como para disfrutar como los pudientes ricos occidentales. Y empezamos a exigir, a exigirnos. Pero no es fácil movilizar a los que un día se interesan pero luego aducen lesión, falta de tiempo o incapacidad moral. Somos grandes corredores-usuario.

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