Como lo lees. Esta mañana estuvimos animando a mis dos bestias mientras disputaban esos 110 metros de espanto en las pistas de Alcobendas y, yendo de un lado a otro de la grada, joder, que pestazo. Difícilmente se podía haber concentrado más monóxido de marlboro y sulfatos de fortuna que en la grada del recinto. Si había, fácil y saludable cálculo, 1000 personas en ese graderío en el que hemos visto correr y patear y hasta una gira de los All Blacks en el 89, habría no menos de 100 nubecillas de humo de cigarro y una docena de puro.
No, los niños aún no están tan viciados. Ellos, animalillos, todavía tienen por delante la infancia entera antes de que se den a los vicios. Que se darán.
Eran los padres. Debe ser la tensión o la falta de respeto hacia la actividad deportiva o… ah, coño. Que tengo que callarme y encima agradecerles que llevaran a los críos a participar en el torneo Intercentros organizado por el cada día más poderoso CAP de Alcobendas (despliegue enorme de medios y personal, enhorabuena). Pues eso, que tengo que tragarme primero el humarro y luego mis palabras porque, lo fácil, habría sido que los padres hubieran huído de fin de semana o a la parcelita. Será que es más barato el atetismo y que, a día 25, muchos no han cobrado.
Los niños son imitadores natos. Aunque yo nunca he fumado porque me vino un ramalazo de sensatez antes de empezar, sí recuerdo de niño que esperaba el momento de ser mayor para hacer como mi padre y poder encender un cigarrillo. Tenía decidido incluso la marca: Cherterfield, que era, por supuesto, el tabaco que fumaba mi padre.En fin Luis, podría ser peor: podrían tener a los niños en casa aguantando el humazo…Un saludo.
26 marzo 2007 | 08:51
Siendo coherentes en los recintos deportivos, incluso al aire libre, no debería estar permitido fumar.
29 marzo 2007 | 10:30