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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Localia, de nuevo, la más grande

Entre tanta morralla en la programación de tarde/noche de la rejilla hispana, nueva lección de gusto al programar la cadena Localia (que sigue sin tener un acceso web fácil, coño, poneos las pilas) un doble documental con la vida de Muhammad Alí, el gran Cassius Clay, que se rebeló contra su padre, su ‘nombre de esclavo’, su país de blancos dominantes y cruzados contra el resto de las razas del mundo, desafiando la justicia y la guerra.

Ayer, doble sesión de boxeo. Entre los entrevistados, familiares, ‘Sugar’ Leonard, George Foreman, el predicador que más puñetazos ha repartido, actores, escritores y rivales y amigos todos. El sórdido mundo de un deporte que ha movido millones de aficionados y que ha sido apartado a manguerazos que intentaron lavar la cara moral de un lado oscuro de un país más oscuro todavía.

Alí solo reclamó justicia para los suyos. Pero su concepción de ‘los suyos’ parecía más amplia de lo que las cabezas de la américa racista de los 60 estaban dispuestas a entender (que ahí sigue). Fue el nacimiento simultáneo de Luther King, de la ‘negritud’, del boxeador más grande. Sus pobres eran Africa, los aldeanos vietnamitas que eran aniquilados con napalm, viejos y ancianos que tiritaban de terror y de hambre y de miseria. Hoy Occidente se lava la mierda de la conciencia y conmemora que sigue sin poder meterle mano a la guinda que corona el pastel de la miseria y las enfermedades, sin querer distribuir las patentes de las vacunas. Hoy, más que otras veces, día mundial de la lucha contra el SIDA, parece necesario otro Muhammad Alí.

1 comentario

  1. Dice ser Meretricio

    ¿También tienes debilidad por el pugilismo? Wow, eres un as: “bailas como una mariposa y picas como una avispa”.

    01 diciembre 2006 | 22:37

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