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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Puto azul marino

Anoche salí a correr sin malicia. Me bajé a un parque que ha quedado para tapón ecosistémico contra las zonas nobles, fracaso de diseño, todo recto para allá y todo recto regresando por dos rectas de 1000m. Imaginad, 10 de la noche, 3×2000 a todo trapo. Vaciado físico y lavado mental. Subía yo camino de una penca con pimentón y brécol gratinado. Me acostaba viendo como Horatio (CSI) y su secuela neoyorquina («Dí ‘la esquina de Michigan con la 71’; en Nueva York se te entenderá«) solventaban irresolubles casos de criminalística especializada. Y esta mañana arranco en verde. En verde moco de embarazo real.

Y ha sido que me he dado de morros con la creciente marea azul marino, justo cuando buscaba aire en la boca del metro. Una joven me precedía en los últimos escalones con un perfume dulzón encantador, casi como una Pantera Rosa cuando sale de su plastificado papel preservativo. Una mañana que me iba a librar, pensaba yo, de la bocanada de humo prístino de los fumadores que no terminan de salir de la boca de metro y ya tienen abierta la chimenea, cuando uno apenas termina de subir 4 tramos de escaleras y lleva los alveolos de par en par. Pero mira tú por donde. Jersecitos de chico. Falda de tablas. Pantalones vaqueros ‘ennuevecíos’ para no parecer demasiado informales y poder meter la blusa de vieja hinchada de pasta por dentro y de pavo por fuera, mira nene, mira que sesentaysiete años más conservados luzco tras mis gafas de Pantoja. Pero es que la marea azul marino, por Príncipe de Vergara, se convierte en una invasión de milicias camino del Santamarca, los chavalines rodeados de tanto señorío en el Salmerón ya tienen que adoptar también ese azul en sus polos y chandals. El Hispano Alemán, el bedel del San Rafael, los Mercedes clase A que aparcan con sus cristales tintados para bajar retoños con PIB superior al de Angola. Es como si resmas de tela azul asesino hubieran caído en confabulación contra las cabezas de quienes, paranoicos perdidos y con resaca de tonos alegres y veraniegos (que no hace tanto, coño), tenemos que rehuir la vista porque nos da alergia el tono, el matiz clasista, la media cortita sobre manoletina negra de catorceañera gritona o el pantalón largo de raya del alejandro con gafas y chacha colombiana (a la que crucifican también con un pichi azul marino, hijo, que lo he visto yo aquí y en Valladolid). Puto colorcito.

Nota aparte:
La familia real en minúsculas anuncia el segundo embarazo de los príncipes de Asturias. Otra boca más para alimentar. La familia más prolífica de la historia de España sigue anunciando partos y gestaciones. Hoy la blogosfera se volverá a llenar de insultos, reacciones de ambos bandos, la prensa teñirá de rosa couché o de sesudos y fútiles análisis sobre la reforma constitucional (en minúsculas también, al menos hasta que no se reformen y añadan elementos de justicia básica referentes al golpe de Estado fascista de 1936). Yo no tengo más que decir.

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