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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Júrgol mundial, huye de la TV

Este verano tenemos ración empacho de júrgol. Nos vamos a cagar. Ni machacando a la selección española en cuartos de final nos libraremos, porque ya se ha iniciado la batalla meses antes. La Sexta, Canal+, ahora llegarán las voces pidiendo la retransmisión de los partidos de interés general por la Primera… regalamos balón contratando tu ADSL, Emidio Tucci y los trajes de la selección, yo, de ti, me compraba un portabidón.

No es cachondeo. El verano es calor, fútbol absurdo y … calles desiertas. Imagina el orgasmo. Te comienzas a tocar las piernas con esa crema que tanto te gusta, estiras un muslo por encima de un taburete de la cocina, miras de reojo esa ropita corta que apenas tapa tu sexo, te atas los cordones de las zapatillas y bajas las escaleras con tu bidón en la cintura. A correr por esa avenida sin coches, sin seres humanos. Además, si eres vergonzoso o si tu tipo no es el de un modelo de la portada de Runners’ World, nadie te verá trotar mientras te botan las cachas del culo, los michelines (gloriosa reserva para cuando venga el invierno) o las tetas (amén).

Porque España estará agazapada tras su entretenimiento. Los (y las) hinchas de los cojones, garantizando a los corredores y caminantes que pueden ir libres y cruzar despreocupadamente las calles, las glorietas, sin peligro que te arrollen. Los subnormales del casco levantado o en el codo no amenazarán tu carrera con su moto de mierda, porque ellos son los elegidos para encarnar el fanatismo mayor. Únicamente ten cuidado con el timing del partido y procura recogerte a la sombra de tu casa o de tu parque un par de minutos antes del pitido final programado. No apures tu carrera. Los jurgoleros pueden aparecer por cualquier esquina.

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