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Personas y cosas que molan, mucho

Entradas etiquetadas como ‘cool’

Los 5 mejores regalos después del amor y esas cosas

Llevo mucho tiempo sin contarles nada y no sabía cómo retomar el asunto. En estos meses no ha habido ocasión de escribir, pero sí de seguir con los ojos muy abiertos y por el camino, de enamorarme de algunos objetos. Son cosas sin las que puedo vivir (a los hechos me remito), pero cosas que no me importaría nada que formaran parte de mi vida. Quiero decir, primero va la familia, la salud, el amor y todo eso, pero justo después irían estos 5 objetos. Si en breve tienen que hacer un regalo o van a hacérselo a ustedes mismos, aquí les van unas ideas.

El tocadiscos vertical: Ya les conté que yo soy muy de vinilos. Este invento salió de un proceso de crowdfunding, pero ya está en venta abierta (con un tiempecito de espera). Los chicos de Gramovox han creado el tocadiscos “bonito” definitivo. Me refiero a que sin haberlo oído, ya estoy seguro de que no tendrá la mejor calidad de sonido, pero creo que este aparato en una habitación lo cambia todo. Tiene unos pequeños altavoces, por si se quiere usar sin unos exteriores. Lo tienen aquí por unos 400 dólares, a los que luego les tendrán que sumar otros 150 por el envío y creo que aún puede quedar pendiente algo de impuestos y aduanas. Pues eso, un capricho.

gramovox

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Las paradojas de las motos cafe racer

Si son lectores habituales de este blog, ya se habrán dado cuenta de que el 90% de las cosas que nos gustan por aquí, no se defienden desde la racionalidad. Casi nunca son las más eficientes, ni las más exactas, ni las más rápidas, ni las más evolucionadas. No tienen justificación en el cerebro, sino en la piel. Pues hoy toca otra más de esas.

Cuenta la historia que las motos cafe racer nacen en la Inglaterra de los 50 cuando los jóvenes de la época, preferentemente rockers, buscan crear motos rápidas a partir de modelos de serie. Les quitan todo lo superfluo para aligerarlas, combinan motores y chasis de distintas marcas, modifican la posición de conducción y cambian piezas, intentando gastar lo justo. Hay teorías que dicen que estas motos se llaman así porque se usaban para ir de café en café, probablemente para ponerse hasta arriba de cerveza y de otros bebercios. Se supone que se montaban competiciones en las que se ponía una canción en la juke box y el conductor tenía que salir escopetado, recorrer cierta ruta y estar de vuelta antes de que se acabara. Dicen que se apostaban dinero, motos y novias. Suena muy evocador, pero yo no le doy mucho crédito porque las canciones de la época duraban como dos minutos. Poco margen para tanta aventura.

Ryan Reynolds en una Deus

Ryan Reynolds en una creación de Deus, especialistas en cafe racers (GTRES)

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Kate Moss y las chicas Nochevieja

Llevo tiempo teorizando sobre la existencia de chicas “Nochevieja” y chicas “Nochebuena” (también las hay “Miércoles de Ceniza”, pero esa es otra historia, una de esas historias prescindibles). Las chicas Nochebuena son esas que puedes llevar a casa de tus padres sin ningún miedo, esas que siempre te harán quedar bien, esas que puede que incluso le caigan bien a las novias de tus amigos. Las chicas Nochevieja son esas que son perfectas para una noche loca, para rellenar un anecdotario de los gordos o para escribir una novela con los sabores y sinsabores acumulados juntos y dedicársela lleno de rencor, pero no, no son las mejores para iniciar un proyecto común y traer churumbeles a este torcido mundo. Estoy seguro de que con los chicos la cosa será parecida.

Hoy vamos a hablar de una chica Nochevieja de libro. Y que no se molesten las lectoras, porque hace unos días cubrimos de oro al bueno de George Clooney en estas digitales páginas.

Ella es, quién si no, KATE MOSS. La Kate Moss de ahora es un reliquia incorrupta (o parcialmente corrupta) heredada de años salvajes (suyos y nuestros), que de tanto en tanto aparece fotografiada en las paradas de autobús anunciando vestidos a menos de 10 euros. No. No es esa de la que vamos a hablar. Insisto, vamos a hablar de KATE MOSS. Porque hubo un tiempo en el que Kate era lo más, el culmen de las top models, una canija de metro sesenta y cinco que miraba desafiante, como por encima del hombro y hacia abajo si hubiera sido físicamente posible, a diosas de más de uno ochenta como la Schiffer o la MacPherson. Y ese tiempo no duró un par de meses. Fue (es) un tiempo de los largos.

Kate Moss portada Playboy

¿Quién mejor para un aniversario de Playboy? Ojo, que hace menos de un año de esto.

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¿Se acabó la moda del gintonic? (FIN)

Pido perdón a los lectores que se han quejado amargamente porque este post vaya en dos partes y han jurado que no volverán a leer este blog (así que sospecho que estas disculpas se perderán como lágrimas en la lluvia). Seguro que si hubiera ido todo seguido, otros se habrían enfadado porque era largo, pero en cualquier caso, disculpas tramitadas.

Si se perdieron la primera parte de esta reflexión sobre el gintonic, no debieran. La tienen aquí y les ayudará a situarse. Lo habíamos dejado como en 2010.

En aquella época yo escribía que era más fácil encontrar 20 marcas de ginebra diferentes en el bar de cualquier gasolinera de España, que 10 en el club más posh de Londres. Todos teníamos un amigo, compañero de trabajo o cuñado, que se tenía por cinturón negro cuarto dan de gintonics y que nos daba chapas sobre los botánicos infusionados mientras vertía la tónica por una cuchara trenzada. Yo era uno de esos amigos/compañeros/cuñados, aunque eso sí, luego no echaba gilipolleces para estropear la copa. También he presenciado apasionantes debates sobre si se debía escribir gintonic, gin tonic o gin-tonic. El hype del gintonic invadió España, pero permitan que insista, invadió ESPAÑA. A nuestro país llegaban marcas de ginebra de todo el mundo, de un pueblo miserable de la campiña inglesa en el que nadie sabía ni que había una destilería, para intentar comerse un trozo del pastel. Y aquí las recibíamos con los brazos abiertos, mientras el resto del mundo permanecía ajeno a nuestra fiebre. Es cierto que algún erasmus de ese pueblo british miserable, probaba el spanish gintonic y se llevaba una botella de gin de vuelta a casa, pero en unos meses se le pasaba la fiebre y volvía a tomar pintas de Guinness calentorra.

Un gintonic en condiciones

Gintonic de Senén García en el clandestino de Tumbarello. De lo mejor de Madrid (Autor de la foto: Yo. Ya me perdonarán lo precario. Soy más de beberlos que de retratarlos)

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¿Se acabó la moda del gintonic?

Calculo que fue como hace unos 8 o 9 años. Un viernes por la tarde, después de comer, acabé con un amigo en un restaurante de la Gran Vía madrileña. Habían abierto ni más ni menos que un Gin Bar. El primero que pisaba en mi vida. Por el día y el horario, allí estaba lo mejor de cada casa. Becarios poniendo ojitos a sus jefas MILF, secretarias de tonteo con directores que no eran el suyo y algún guiri despistado. Yo creo que había visto el local en el Metropoli o en el OnMadrid de turno. Sonaba jazz. Sitio oscuro, rollo neoyorquino y encima de las mesas una carta con no menos de 20 ginebras. Y entonces sucedió la magia. La ginebra, aquel destilado que teníamos por alcohol de segunda para viejos, recibió un chute de glamour, que quizás aún le dura.

Hasta aquel día, la ginebra era algo que tomaban los padres en las sesiones vermú de las fiestas del pueblo. Además, se la bebían con Coca Cola en un combinado que, incomprensiblemente para mí, respondía al nombre de cubata. Yo veía mucha más Cuba en algo que mezclara ron, pero al menos en los pueblos de mi infancia, pensaban distinto. También decían que iba muy bien para limpiar las barras de aluminio de los bares. Cualquiera que haya tenido o trabajado en un bar (por cierto, todo el mundo debería haber hecho una de estas dos cosas), sabe que este punto no es leyenda urbana.

Gintonic infame

Vaso de tubo, limón con pulpa estropeando el carbónico, tónica servida a chorro, hielos pequeños… Directo al infierno de los gintonics (GTRES)

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El absurdo encanto de las bicis fixie

Esta escena está basada en hechos muy reales. Un padre y su hijo pasean en bici por el parque de un barrio “bien” de las afueras madrileñas. El niño tendrá unos 7 años y monta una decathloniana bicicleta pequeña, de su talla, pero con marchas. El padre monta una fixie, fixed o fixed-gear bicycle, también conocida como bicicleta de piñón fijo. Este padre hubo una época en la que vivía en Malasaña y pertenecía a la élite del moderneo capitalino, pero su vida siguió y le convirtió en un viejoven cuarentón burgués. Para rememorar tiempos mejores, viste pantalones de pitillo (que gracias al grandísimo, todavía le entran sin tener que ponerse aceite corporal), camisas de cuadros y zapatillas de edición limitada. Alguien le convenció de que el complemento definitivo, el que iba a convertir cada una de sus pedaladas en un rebobinado de su vida de vuelta a la juventud, era aquella bici.

Paul Newman en bici

Antes de que nacieras, Paul Newman ya iba en fixie. Clase.

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Coolture Club, el inicio

Culture Club era una banda inglesa de los 80, que según la Wikipedia en español tocaba new romantic/rock. La Wikipedia en inglés, más cauta, no se atreve a definir su estilo musical. Yo tampoco (nunca quieras ser más listo que la Wikipedia). Su cantante era Boy George, autor de alguno de los estilismos más imposibles de las últimas décadas. Si tienes menos de 30 años, probablemente solo los hayas escuchado en alguna fiesta de Nochevieja a la que no deberías haber ido.

Portada Culture Club

Culture Club NO es Coolture Club

Coolture Club es un blog en el que se habla de personas y cosas que molan y de sus historias. Ni más (por ahora), ni menos (espero). Es cierto que “molar” suena quinceañero, acepto sugerencias de sinónimos, pero creo que ayuda a que todos nos entendamos. Las traducciones inglés-español de “cool” nos hablan de “fresco”, “descarado” e incluso “guay”, así que creo que por ahora nos las podemos arreglar con “molar”.

Michael Fassbender

Michael Fassbender de chulazo delante de un skyline, SÍ es Coolture Club (GTRES)

¿Qué me legitima para ser yo el que escriba este blog? Muchas revistas leídas, muchas webs scrolleadas (palabro de próxima aparición en sus diccionarios), muchas cuentas en redes sociales seguidas, ojos grandes, orejas y neuronas abiertas. También, que pasaba por aquí.

¿Por qué destinar bits a personas y cosas así? Pues porque por cursi que suene, estas personas y cosas convierten la vida en algo mejor, en ocasiones nos hacen momentáneamente felices, arrancan sonrisas, se prestan a anécdotas y dan buenas pistas para interpretar la sociedad que nos ha tocado.  Aquí hablaremos de tendencias, ropa, arte urbano, música, aplicaciones, hypes, seres humanos y hipsteradas varias, no tengan duda de que muchas veces con pelín de ironía. Anímense y suban. La única norma a respetar, es que está prohibido aburrir.

Bienvenidos.

 

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