Para mí es un trabajo.
Que puta sea un insulto ni siquiera depende de la intención del que lo profiere, sino de cómo lo entiende quien lo recibe.
Pero tiene un sentido tan peyorativo que aunque el receptor no quiera darle el mismo matiz que el que lo escupe, al final no consigue zafarse de la ofensa, porque todo el mundo lo entiende así.
¿Que por qué me hago esta paja mental? Para aclarar a los cuatro pelaos que me llaman puta en este blog, que de momento no ejerzo, aunque no lo descarto, que no me insultan y que si están tan necesitados, les presento a dos amigas profesionales, que les harían un magnífico servicio por una pasta gansa. Porque a los cretinos les cobran suplemento.
Para mí es un trabajo, no como otro cualquiera, pero un trabajo, que según el nivel que tenga el/la que lo realiza, como pasa en todos los demás trabajos, puedes ser un pringao o tener una buena posición.
Ya he contado muchas veces que mi profesión frustrada es la de madama de un lupanar -qué bonita palabra-, pero… he sido periodista que salvando pocas distancias, viene a ser lo mismo.
A todos los demás les planteo el debate. Como siempre.