Por Alejandro A. Tagliavini
Los políticos, que quizás se sientan celosos porque el público presta mucha más atención al fútbol que a sus andanzas, deberían entender que si algo demuestra el Mundial es que las personas, los pueblos, pueden convivir sin fronteras ni pasaportes que los discriminen, compitiendo sanamente sin entrar en estúpidas guerras, con una globalización que nos obliga a los argentinos a agradecerle a España el haber formado profesionalmente a Messi.