Hay muchos tipos de finales de series de televisión, y hay incluso varios para la misma. Un ejemplo muy interesante al respecto es Girls, de la que sus seguidores ya habían coronado dos desenlaces antes de que HBO emitiera el suyo: I Love You Baby, el capítulo perfecto, que clausuró la quinta entrega con un genial broche de oro para todas sus tramas, y Goodbye Tour, el episodio previo al último, dedicado a una de las grandes inquietudes de la ficción, la amistad entre sus protagonistas. El final verdadero, «el que vale», es Latching, lanzado hace solo unas horas en Estados Unidos y en España, y podríamos describirlo como epílogo ya que, teniendo en cuenta que todo lo importante estaba contado, funciona más como una coda que como un punto y final. Por eso decepcionará a muchos, pero es en cierta manera el sino de los finales de series; los incondicionales tienen las expectativas tan altas a estas alturas de la película que apenas podemos recordar un par de ellos que hayan convencido a todo el mundo.
SPOILERS! Si no sabes dónde hemos dejado a Hannah Horvath, no sigas leyendo.
Latching, escrito por Lena Dunham, Judd Apatow y Jenni Konner, y dirigido por esta última, productora y mano derecha de la primera durante las seis temporadas de Girls, realiza, como muchos sospechábamos, un salto en el tiempo a la Hannah Horvath madre. Considerando que las líneas narrativas principales (su relación con Adam, y con Marnie, Jessa y Shoshanna) ya estaban resueltas, lo único interesante es retomar todo el relato un tiempo después. Cinco meses después de su mudanza, la protagonista vive junto a Marnie, que se ha propuesto una especie de sacrificio personal ayudando a su amiga a cuidar a su bebé, pero esa convivencia tiene todas las papeletas de saltar por los aires. Con una Hannah hormonal, una Marnie parásita, y una aparición un tanto necesaria de Loreen, la madre de la primera, el desenlace de Girls opta por recuperar temas clave de la ficción y darles un cierre positivo y satisfactorio a través de otra cuestión inédita en sus figuras centrales: la maternidad joven.
Lo más estimulante de Latching son estos dos enfoques: la dependencia emocional, un clásico, y el miedo a replicar en la maternidad todos los errores y complejos que nos atenazan. La aparición de Marnie al principio del capítulo es algo sorprendente, pero es original cómo se vuelve a plantear la necesidad de cariño y atención en la amistad como si de una pareja se tratara, con sus usuales egoísmos y esporádicos altruismos. La presencia de Loreen sirve como voz de la experiencia para forzar la catarsis. Es ella quien anima a Marnie a alzar el vuelo sin sus amigas, a buscar su propia felicidad en lugar de ignorarla por un bien mayor interesado, y a su hija a dejar de lamentarse; un hijo no es algo que uno pueda dejar a medias, le dice en una discusión, como metáfora última de la madurez que ha de enfrentar la protagonista. La escena final, con una Hannah sonriente a regañadientes, decidida a disfrutar su maternidad recién estrenada, es lo más esperanzador que podíamos esperar.
Muchos fans de la serie pensarán que Latching ha sido un episodio forzado y anticlimático, pero también es coherente con el espíritu poco complaciente de Girls. Más si pensamos en lo irregular y redundante que ha sido su última temporada, que solo salvaría por los episodios American Bitch, centrado en el consentimiento y en la violencia sexual, y Goodbye Tour, que nos concedió la clausura emocionante que todos esperábamos. Es inevitable ponerse de lado de aquellos que mantienen que la quinta entrega fue la más brillante, y la que se marchó más en alto, pero precisamente de Girls hemos aprendido a apreciar lo inconcluso, los apuntes explosivos y casuales de lucidez. Sería injusto, además, dedicar a los últimos capítulos el juicio a toda una ficción que ha madurado con nosotros y que nos ha enseñado tanto, que ha sido cruel y compasiva cuando era necesario, con sus personajes, pero también con su público. Nos quedaremos con esa secuencia final de Goodbye Tour a ritmo de Banks, una sonrisa emocionada ante un viaje imperfecto pero tremendamente inspirador.