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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

La larga marcha de perder peso

Allá por el mes de Abril me destrocé el meñique izquierdo contra una puerta. Coincidió con una invasión de ultracuerpos en mi ciudad. En concreto, me invadió 1/8 de otro cuerpo y me planté en los setenta y nueve kilos largos. Era una época furibunda. Se juntaba la Feria de San Isidro, dos lesiones musculares en el gemelo izquierdo, las casetas de mil especies, mi cumpleaños (ah, glorias mías, que me cayeron los 42.195) y la inauguración de la tienda de TrailXtrem. Todo era moler, trillar y redondearme mientras la fractura dedil cicatrizaba. Y me puse como una carpa del parque Juan Carlos el del 1º.

Sin mucha convicción pero henchido de maestría industrial en el mundo del correr me inscribí en una prueba de sesenta kilómetros y 2500m de desnivel. Me animé a salir a trotar. Y me temblaban las carnes como un flan de huevo.

No escondo secretos. El trotar llevó a un trote más digno. El metabolismo dijo ‘goedemorgen’ y pidió un par de vueltas más de tuerca. Dejé de picotear en la oficina y (aunque me costó) se terminaron esas refrescantes cervezas con limón del pre-verano. En realidad se terminaron la semana pasada. Pero la cuesta abajo de la balanza estaba dando paso a buenos resultados.

Hace una semana y pico que han caído los setenta y cuatro kilopondios. Encadenando trotes de – a lo sumo – 45 minutos en días seguidos, noto como ya no me tiemblan las tetas ni se me caen los cuerpos hacia el asfalto o el camino. Como consecuencia afronto con más calma la próxima Madrid-Segovia. Es cuestión de no forzar, seguir acumulando horas de vuelo y a buen seguro el 73.8 de esta mañana se repetirá.

Y es que, en definitiva, salir en una prueba de 100 kilómetros con una mochila cargada con 4kg más o menos marca la diferencia entre arrastrarse o poder avanzar durante más horas a un trote suave pero continuado. ¿Era necesario tener el reto de las quince o dieciséis horas por delante para perder peso? No lo sé. Es posible que me deje llevar por la vida licenciosa cuando las madrugadas sean oscuras y la rutina del curso de los niños nos invada. Pero también se terminarán las temperaturas de achicharrar pimientos rojos. Quien sabe si puedo establecerme como un sub75 eterno.

Al menos, que la tontería me respete dos años o tres. No deseo cumplir cuarenta y cinco plagado de dolores y roturas provocadas por dos kilos mal arrastrados.

2 comentarios

  1. Dice ser Retarded

    Estimado D. Luis, siento usar este canal (sírvase Vd. borrar el presente comentario), pero ¿puede Vd. contactarme telefónicamente -si es posible esta misma tarde? Gracias por anticipado

    14 agosto 2012 | 19:56

  2. Dice ser Anaime

    73 Kilos…..quién los pillara!!!

    27 agosto 2012 | 11:33

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