Ruta de la tapa Alcobendas 2011

Babies, toca una de tripeo. Ruta de la Tapa. 2011. Alcobendas. Part one.

La perriferria se rebela. Alcobendas, la ciudad para arruinarse, se sacó hace un par de años una edición otoñal y otra tardoprimaveral de una ruta de la tapa. El modus tapeandi: bebida + tapa. En 2010 habían diseñado una doble categoría, tapas de uno y dos pavos. En 2011 han externalizado la gestión y ha caído en manos de la cerveza madrileña. La difusa barrera entre lo público y lo empresarial, entre Pedro Castro y Angela Channing, una vez más borrada a chupetones.

Edición de 2011. La marca originaria presta su imagen, banderineo y demás, a cambio de que los bares admitan un pedido de 400 cajas de cerveza. El trágala ha echado atrás a unos cuantos establecimientos participantes. Se echan de menos algunos como El Charlas (que tiene hasta facebook) y sus San Pedro tempranillos, aunque repiten el Faro de Luarca o el infame Lopez Ferrero, marisquería de lo pasado. Bodas y bautizos.

Primera ronda. Niños incluídos. El test ha incluído:

El Faro de Luarca. Un clásico de los certámenes, por lo visto. Diploma de 2º clasificado en 2010 y que nos recibe en pleno polígono industriarrrr. En el país que no tiene industria, el bar de tapas que no tiene hora de cierre. Como la acampada del 15M. Nos regalan una sonrisa amplia, bulla y una tapa llamada «bomba de ternera» y no sé qué más. Acompañada con un arroz al all i oli muy bueno y una presentación de 4 sobre 5. Un botellín de los jíbaros de Mahou (ahora son de 20cl, la madre que os parió) y unas tapas a todos, criaturas inquietas incluídas, que son las primeras en salir a la barra disparados a felicitar al cocinero. Ah, mis hijos. Qué talento social, ni Punset.

Non. Acrónimo original de Non Open, supongo. Abren en horas de polígono pero chapan en plena ruta de la tapa. Heredero de un clásico comedero en Valportillo 1ª pero nos vamos sin bajar del coche.

Tierra de Barros. Atacamos a las zonas altas, las nobles promociones de nueva vivienda propiciada por los gobiernos municipales del bienestar. Ganador de las dos ediciones con un asunto carnívoro con PX en una de ellas, probamos a aparcar (Valdelasfuentes, 10) pero dejamos el trasto en doble fila. En la carta, pañuela crujiente de arroz de mar y montaña, pero montada muy bien sobre una cremita de marisco. Otro 4+ pero, qué coños, nos encontramos a Despeinao y a Sonia the Ultra Trailer y el desparramo del momento nos hace crecer en el ambiente tapero. Sigue cayendo la cerveza aunque en dosis políticamente correctas. Mis hijos, aún sin probar el alcohol, terminan haciendo una demostración de karate en la acera. Van a ser unos aces del showbiz, sobre todo cuando logran conseguir la tapa en menos de dos minutos al comentario de «oiga, ¿aquí va a tardar un huevo en ponernos la tapa?». Snif. Qué ocho años.

Aparcamos el coche al lado de casa y tiramos de barrio. A estas alturas mis hijos van por la calle con un sombrero de paja de la marca cervecera. Somos el cuarteto infernal.

De Maestro. Bar tabernero de la vuelta de la esquina. Lo recordaréis los más veteranos con aquello de «recordamos a nuestra distinguida clientela». Afortunadamente para la omnipresencia del cronista beodo y sus hijos protoplásmicos, a la vuelta de casa hay dos bares concursantes. Dejamos los callos del Sanabria para otro día y atacamos los canutos de champiñón de los vascos, de toda la vida. Calle Jarama 7. Atención a este tascón de cristales verdes ahumados y estética de madmax, donde he revivido los momentos más siniestros y cañís de Pepe Isbert en un cumpleaños infantil. Harto de botellinitos, me pido una jarra gigante congelada y me lanzo. Los canutos de champiñón merecen una visita. Rollo de crepe envolviendo un agradable revoltijo de champiñones que se lleva el 5 sobre 5 de la noche.

Seguiremos informando. Animaos si no tenéis otra cosa que hacer o si vuestro little segment of perrriferrria es todavía peor. Adosados inclusief.

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