Todavía se escucha a Diango

‘tringgg’ -hace mi gemelo derecho al paso por el km 11. Es un ruidillo parecido al de un acorde de cuerda en mi menor. Ahora metámonos en un rebobinado laser como en los de las peliculas de ciencia ficción. Zoommm hacia atrás mientras me detengo en la avenida del palmeral de Orihuela. 23 horas antes.

Llegamos a Murcia tras recorrer unas planicies conqueneses y albaceteñas absolutamente nevadas y congeladas. -4º en el marcador del coche y la esperanza de un mundo paralelo en las tierras llenas de urbanizaciones y campos de golf nos habían llevado por las ondulaciones de Molina y Fortuna hacia la A-7. Desvío, telefonazo al Garban y llegada supersónica madrileña. Las afueras de la Nueva Condomina son un espejo de las afueras de Plaza Norte que, a su vez,  reflejan las miserias de los Tesco americanos y del CentrO de Oberhausen y del… Aluminio tintado, cristal y aparcamientos. Murcia. Manchester. Arganda.

Menos mal que existen vidas cruzadas y nosotros dimos con una lujuriante ensalada de gente, alimentos y buen clima: 13º al bajar del coche y los murcianos quejándose de frio. Los diecisiete grados centígrados de diferencia eran como los diecisiete grados de la escala Richter de cabreo madrileño que nos separan. Desde ese momento todo fue relajarse, ver Murcia (que tiene unas tapas y unos bares mundiales y una ciudad que no vimos) y tomarla. Y tomarla. Y venga a tomarla. Zoom para adelante.

09.28am del sabado. Llegamos a Orihuela vestidos de corredor relajado. Sol, sin viento. Una ciudad plana. Lo menos 14º. 09.56am, recogemos los dorsales y nos preparamos para correr. 10.13am, estamos rellenando los papeles para un sorte. 10.21am, el speaker nos llama para la salida y una entrevista (imaginad quién era el del micrófono). Caliento unos 100m para allá y otros para acá y a la salida. Al ‘trinnnnnggg’. Once kilómetros a ritmo y el gemelo que me chasca.

No es agradable tener que parar por motivos mayores en una carrera. Pero nunca me ha dado un latigazo en una pierna y eso me emociona muchisimo menos. Así que hielo, paseo, trotecillo para terminar en 1h51 más o menos, y a seguir comiendo, viendo, riéndonos y disfrutando de la excelente paella con langosta que se fabricó el mago. Sentado, hinchándose uno a gintonices con limón natural, arroz, langosta, salchicas secas, michirones, tostaditas de huevos de codorniz con sobrasada, ‘matrimonios’, estrelladelevantes, el ‘tringgg’ duele menos. Y queso, mucho queso. Llevé un surtido con tète de moine, torta del Casar, un Villuercas y un curado de Peñafiel y un Pambre y unas mermeladas de Chivers y ya, para qué queremos más.

Lo dicho. Paro forzoso por el timbrazo, el desgarro, contractura o como dice el Garban, que el Luis que no corre una mierda.

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