En un vídeo le quita importancia. Demos, de todos modos, los últimos hits desde este blog a la calamidad de maquetación nueva de El Mundo. Dice Soraya Saez de Santamaría que «Es una entrevista personal, de otro tipo, y tiene que circunscribirse a eso». A eso.
A eso es a lo que se estarán poniendo con la bragueta bajada todos los compañeros de ejecutiva. Yo a la muchacha le veo la mirada limpia. Pero ¿qué sentido oculto y perverso tiene sacar elegantemente vestida pero, a la vez, provocadora, a una muchacha con la mirada limpia?, ¿Nos invitan a desvelar secretos provocadores?, ¿desviar la atención de los ojos, limpios y que nos ruegan casi de rodillas que no le hagamos pasar por semejante escaparate sexista, y le miremos a las piernas, los pechos? ¿Intentas, oh fotógrafo, ganarte al consejo de redacción masculinizante aunque coronado por un ambiguo director? ¿Intenta la dirección misógina de un partido conservador atacar al populacho con una campaña de tierra quemada, dejando morir una tras otra a sus lideres para resucitar después con un rancio racimo de bombas rancias?
Soraya, tranquila. No mires a los ojos de esa mujer objeto (aunque si fueras un objeto como una impresora o un body-pump tendrías otra forma, claro). Mira a los ojos de quienes están leyendo tus ojos. No, claro, la gente no mirará tus ojos sino tus pezones. Bueno, chica, yo qué se. Intentaba comprenderte. Pero es que te dejas hacer demasiado y, o te gusta, o eres más tonta que el asa de un cubo. ¡Haber mandado a posar a Esperanza!.
Aun reconociendo que, con esas piernas, me lanzaba yo a correr meetings en pista de la IAAF, machacar cerros y limar segundos al cronómetro, sepa la muchacha que me despido absolutamente erecto y confundido. Menudos berenjenales os buscan a algunas, hijitas, por mucho que Luis Malibarán os fotografíe y os amparen los derechos de autor y pernada del grupo entero.