Con tiempo iré hilvanando las cosas que he podido pensar estos tres días de asilo laboral en la ciénaga. Sí, en los Países Bajos que dejaron de estar helados justo para cuando aterricé el Lunes por la noche, y pasaron a ser el pantanal gris, ventoso y húmedo que conozco.
Una cosa es cierta. El vuelo IB 3250 es un túnel del tiempo. Hará unos años me reencontré con una conocida de Amsterdam. El Lunes pasado me dí de bruces con Rubén, el berciano con el que compartimos botillos y rodajes suicidas por Westerpark. Al salirme (creía yo) de dicho gusano negro en el tiempo, otras dos viejas amistades cenaron conmigo: Jakc Horneman y mi amiguete Maarten de Jong. ¿Me visita mi vida anterior? ¿Estoy viendo con paciencia toda mi historia pero, en lugar de en diapositivas y cegado por una luz blanca, en forma presencial y cegado por los retrasos de la T.4 y la madre que parió a los pilotos de Iberia?
Dejadme temblar. O al menos pensar en todo ello.
Aviso. Esta entrada irá editándose. Tengo demasiado lío pero también mucho que contar.
Si que has vuelto místico, amigo!
Ha sido el viaje, la compañía o el lugar. No viajes más spanjaard que se te echa de menos en el blog de manolo.
15 enero 2009 | 19:00
Creo que tu vuelta al pasado es un ejemplo más de lo viejo que te vas haciendo, pellejo! Tienes muchas cosas que contar, y cuando se entienden da gustirrinín
16 enero 2009 | 15:49
es un fenómeno curioso esto de los reencuentros con el pasado..no será algo como un fallo en matrix?
cómo podrá uno reencontrarse con los perdidos recuerdos (se recuerda eso?) de cuando a uno le amamantaban, limpiaban, duchaban e incluso reían sus pedos? buen invento sería
18 enero 2009 | 18:10