Mi gasolina

¿Cuál es la razón de que uno salga a la calle con ánimos, energía renovada -con su parte proporcional de mala hostia incluida- y ganas de brincar y dar coces por el mundo? Cada cual tiene su particular gasolina. Durante muchos años de la vida de la gente ese combustible, supongo, será el amor de su pareja to be, de facto o de iure. Algunos incluyo lo extienden al recuerdo de aquella pareja ex post. También servidor de vosotros ha pasado por esos momentos en los que, ver pasar a mi santa por el pasillo, era inyección suficiente de optimismo, ganas de dar gracias a mi buena suerte; gasoil refinado.

Esta mañana, cuando los primeros pájaros empezaban a dar por culo y despertar a quienes debíamos descansar aún media hora más, he visto pasar a uno de ellos, otro pájaro, en pijamilla y agarrándose el pito. Y he pensado que la vida es más bella todavía cuando uno cuenta con un enano así por casa. Este es mi fuel. Son los que me despiertan, enervan, acompañan a dormir, cabrean y me proporcionan suficientes razones para pensar que hay algo por lo que merece la pena levantarse cada día, a pesar del panorama de homínidos mezquinos y ruines que nos rodea.

Os los presento. El primero en salir es quien más ha madrugado hoy. Nicolás es un pieza de dientes de nácar, gafillas, desbordante imaginación en pijama verde, adorador del pescado, los dinosaurios, Mortadelo y Filemón, y con peligrosa querencia al vidrio, lo que le ha llevado a reprimendas mientras por dentro uno se acuerda de cómo y en qué estado se conocieron su padres. Es la resistencia personificada: mente y cuerpo puestas de brazos cruzados por la defensa de la solución nicolás. De haber nacido bicho -aún por descartar- sería un independiente tigre(tón); si personaje, yo le veo como Shackleton; si símbolo, un pedrolo inamovible en mitad del camino.

Martín se ha quedado un rato más en la cama, aunque si hubiera barruntado público habría desencadenado su faceta de megapayaso, sabe ganarse a cualquiera, dulzón, cabezota, que ya en el útero materno empujaba y martirizaba a su hermano gemelo, pies enormes y espaldas de tablón del Leroy Merlin, ganso, grupal, y tragón digno heredero de su padre. Tan buen lector como su hermano, adornado por un toque dramático que viene de su línea materna. Si fuera animal sería probablemente un león; si personaje, Arturo Fernández; si símbolo, la plastilina.

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