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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Los paraisos de mi backyard

Not in my Backyard (N.I.M.B.Y.) fue un movimiento clasista americano de los primeros días de la crisis del suburbio estadounidense. Era la denuncia expresa de que determinados problemas sociales y ecológicos, planificados para lo global, pero que afectaban, según ellos, determinantemente a la escala local de su puta casa. O sea, que a menos de 400m de tu casa hicieran un centro de rehabilitación de toxicómanos porque tus dominios se veían inexorablemente deteriorados. De fondo, desarrollo económico, dotaciones, empleo o infraestructuras contra paz y tranquilidad, degradación del entorno inmediato o inconveniencia moral.

Hoy corría un rato por la Dehesa Boyal que cada día se ve más rodeada de alambradas y calles. El contínuo urbanizado de San Sebastián de los Reyes ha ido creciendo hacia su NW y ya ha conectado con este peciolo del monte de Viñuelas. Tiene, sí, un tapón de parques urbanos que supuestamente amortiguarán el uso diario y finisemanal, pero que han convertido caminos y cordeles en dominio de seat ibizas, león y golfs macarras primero, pero también de necesitados ciudadanos para sus picnics de domingo después. Por un lado la queja del que la usa a diario y la ve sucia, llena de escombro, machacada a partir de un Mayo que apenas dejará agua para reflotar el verde. Por otro, el ciudadano que quiere un sitio para sus parrilladas, sus merendolas.

Y es que hemos visto un desplazamiento de los domingueros, a través y de arriba abajo. El porcentaje de nuevos madrileños que montan merendolas en el campo, andinos en su mayoría, ocupa la parte dejada por los bienhallados y venidos a más medio burgueses de aquí. Lo vemos en la Casa de Campo, en el Pardo, así que es normal que lo veamos también en cada uno de los parques urbanos y los bordes de los antiguos cazaderos reales del Pardo. La solución, vallas aparte y guardas con cachiporra, será insistir a estos nuevos domingueros que la única manera de que sus hijos puedan salir a sacar a sus nietos a ver encinas, fresnos y senditas, será que limpien lo ensuciado, no quemen ni machaquen las superficies con sus cuatro ruedas. Más no se nos pidió en los 80 a los madrileños. Ahora no podemos cogérnosla con papel de fumar así que, quizá, veamos más la paja que la viga.

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