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Duyail: ni contigo ni sin tí

Hace falta valor para tender una emboscada a un dictador en los alrededores de Duyail, en la Provincia de Saladino, Irak. Mucho valor, o una total ausencia de miedo a la muerte, porque como puede verse en Google Earth [derecha] el terreno donde se asienta la ciudad no puede ser menos propicio: una enorme y polvorienta llanura aluvial que se extiende hasta el infinito en todas direcciones excepto donde la interrumpe una carretera, un canal de irrigación o el lago dejado por un meandro abandonado. Por si fuera poco la base aérea de Balad, hoy Camp Anaconda, se encuentra cerca, lo que significa abundante apoyo aéreo y no pocos militares a un tiro de piedra.

Situada 50 kilómetros al norte de Bagdad, Duyail es una pequeña población de casas bajas de techo plano hechas de adobe y bloques de cemento y chapa de zinc [izquierda] que debe su existencia a la confluencia de dos canales y algunas carreteras. Y su desgracia a ser un bastión chií en una zona de mayoría sunní. En 1982 alguien de la zona decidió acabar con el dictador Sadam Hussein cuando atravesaba la ciudad de regreso de una inspección de tropas en el frente norte de su guerra con Irán. Para ello ametrallaron a conciencia su comitiva con sus tradicionales AK-47s sin más consecuencias que herir a algunos guardaespaldas y cabrear al dictador. La venganza de Sadam le ha acabado costando la condena a la horca, al ser la más sencilla de demostrar de las muchas atrocidades de su régimen; hay hasta fotos de aquel día. Una venganza al más puro estilo Antiguo Testamento que duró años, exterminó familias enteras, mató niños, mujeres y ancianos y arrancó viñedos y huertos frutales. Digna de un rey asirio.

Las cosas, claro está, no son tan simples. Duyail es un poblado mixto en el que el partido chií (y proiraní) Dawa estaba muy asentado en 1982. La represión de los chiíes era común, al sospecharse de su verdadera lealtad en mitad de la guerra con Irán. Había detenciones, y desapariciones; algunas versiones achacan el ataque a Sadam a una venganza particular por parte de una familia concreta de Duyail uno de cuyos miembros había sido asesinado de este modo. La población en general tenía sus razones para estar molesta, aparte de las ideológicas: las infraestructuras de la ciudad, como la planta de tratamiento de agua, no habían sido renovadas desde 1958. Las calles eran de tierra y se transformaban en un barrizal en la temporada de lluvias. La vida no era muy diferente de la de los hititas, o los asirios, o los mesopotamios: una vida apegada a una tierra fértil, pero sin salida ni esperanzas.

Hoy el pueblo sigue dividido, y la situación podría describirse como normal, para el actual Irak. La cercanía de Camp Anaconda implica esporádicos atentados contra las tropas estadounidenses, que se esfuerzan por ganarse a la población con diplomacia y con mejoras de la infraestructura, aunque sin abandonar las acciones armadas. La situación está tan controlada que es normal que el nuevo ejército iraquí y la nueva policía actúen en Duyail como fuerzas del orden. Pero los radicales sunníes consideran a estas fuerzas como cipayos a las órdenes del invasor, y objeto de ataque; muchos son de confesión chií, y por tanto enemigos históricos. Y no han faltado los asesinatos sectarios; incluso el comandante de una milicia chií fue asesinado en Duyail cuando inspeccionaba a las tropas.

Está claro que el recuerdo de la represión no es suficiente para que ni tan siquiera Duyail acepte de buen grado la ocupación. Las tensiones sectarias y la presencia estadounidense siguen desestabilizando la región. El pueblo que una vez intentara eliminar al dictador no encuentra fácil adaptarse a un mundo sin Sadam.

Duyail en Google Earth (fichero .kmz)

Foto de una calle en Duyail del soldado estadounidense Jason Christopher Hartley. Resto Google Earth.

Corregida errata el 8/11/2006

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