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‘Los Muertos Vivientes’: convirtiendo en éxito un cómic de zombis

Los aficionados al terror, y a las historias “de zombis” en particular están de suerte, porque en los últimos días se ha presentado, tras una espera de casi un año, el esperado sexto volumen de Los Muertos Vivientes (Planeta-DeAgostini),  uno de los mejores ejemplos -si no el mejor- de cómic de este género, y un buen motivo para hablar de la serie.

Los Muertos Vivientes (The Walking Dead en el original) creado por el guionista Robert Kirkman (el responsable del gamberro Battle Pope que ya se comentó por aquí) y dibujado por Charlie Adlard (tras unos primeros capítulos dibujados por Tony Moore, también compañero de Kirkman en Battle Pope) se publica en EEUU por Image Comics desde 2003, donde alcanzará este mes de julio los 50 comic-books (cuadernillos con grapa, el formato “tradicional” de EEUU, y en el que se serializa inicialmente) y 8 volúmenes recopilatorios publicados.  

La premisa de la serie no es especialmente original: seguir el día a día de los pocos supervivientes de una plaga que ha convertido a la mayoría de la población de Estados Unidos en zombis.  Lo adictivo de la serie es el tratamiento, centrándose en las relaciones personales (y sentimentales) entre los diferentes personajes sometidos a una situación extrema, a los que el guionista somete a cambios y sorpresas continuamente, y trasmitiendo al lector la sensación de que ningún personaje tiene la supervivencia (o su integridad física) asegurada.

Así, el guionista de Los Muertos Vivientes deja de lado (al menos en los primeros volúmenes) la investigación de las causas de la plaga y tampoco se dedica a mostrarnos el caos colectivo de la sociedad que suele verse en otras historias del género, sino que se centra en un grupo reducido de protagonistas.  Un puñado de personajes que bastante tienen con sobrevivir ellos como buenamente pueden hasta el próximo día, enfrascados en un viaje por encontrar un lugar donde mantenerse a salvo de los zombis, y que no tienen demasiadas pausas para reflexionar con calma sobre su nueva situación (o incluso sobre la supervivencia de la humanidad como colectivo) hasta bien avanzada la serie.  Los protagonistas del cómic se embarcan al inicio de la historia en una peregrinación formada por personajes variados (incluyendo niños y una embarazada) encabezada por un ex-policía y su familia, durante la cual encontrarán otros pequeños grupos de supervivientes que se irán uniendo al éxodo (algunos caerán por el camino, como es de rigor) y tanteando diferentes lugares, hasta encontrar lo que parece un lugar seguro para refugiarse: una gigantesca cárcel en la que tendrán que autorecluirse para poder sobrevivir.  Durante la historia se encontrarán con el dilema de si tienen que confiar (y ayudar) a cualquier humano vivo que se encuentren, aunque sean delincuentes convictos; veremos diferentes formas de afrontarse a la situación de ver convertidos en zombis a seres queridos; a los personajes planteándose si las reglas morales por las que se regían son válidas en su nueva situación; o incluso el sentido de su misma existencia en un mundo zombificado (en la escena final del cuarto volumen, con un discurso que da un nuevo y muy apropiado sentido al título de la serie).

La larga extensión de Los Muertos Vivientes tiene un mérito especial al tratarse de  una serie que tiene un inconveniente importante para el mercado estadounidense: estar publicado en blanco y negro, una presentación que por aquellos lares es casi anatema entre las principales editoriales de comic-books.  Y es que este formato está copado por el colorido género superheroico y gran parte del público recibe con prejuicios un título en blanco y negro en esa presentación, lo que suele estar asociado a cómics minoritarios o “de autor”.  De hecho, es muy raro encontrar un comic-book que alcance un éxito de ventas significativo publicándose en blanco y negro (además de Los Muertos Vivientes, otro ejemplo sería el excelente Bone, que precisamente ha sido reeditado en color una vez finalizado), y como muestra basta decir que de los cien comic-books más vendidos del pasado mayo en librerías especializadas yankis eran todos a color (Los Muertos Vivientes entraba ya en el puesto 101).

Sin embargo, el blanco y negro (con escalas de grises para dar sombras y volúmenes) que se utiliza en Los Muertos Vivientes no solamente es una buena elección creativa en este caso, ya que acompaña bien al tono de la serie, sino que también permite rebajar el precio de venta, ofreciendo una buena cantidad de lectura por un precio más reducido, y que posiblemente ha ayudado a su buen funcionamiento a medio y largo plazo.  Y es que a pesar de su discretos resultados en formato comic-book, los tomos recopilatorios de la serie sí que funcionan muy bien en las librerías especializadas de EEUU, y según la distribuidora Diamond, los últimos tres volúmenes (cinco, seis y siete) de la serie se han colado siempre en el primer o segundo puesto de las novelas gráficas (categoría que incluye tanto novelas gráficas originales como tomos recopilatorios publicados inicialmente en comic-books) más vendidos del mes, superando a los lanzamientos de Marvel o DC del mes, y los dos últimos están entre las diez más vendidas durante todo el año 2007.  Unos resultados que, explicado todo lo anterior, no es que sea un éxito, es que es toda una proeza, y logrado en gran parte por el boca a boca de los mismos lectores.  Además, estas  buenas ventas vienen acompañadas de buenas críticas recibidas de forma bastante generalizada, e incluso una nominación en los Premios Eisner 2004 (los más importantes de EEUU) en la catogoría de Mejor Nueva Serie, nominación que volió a recibir en 2007 en la categoría de Mejor Serie Abierta (Best Continuing Series).

Bonus link: El primer número de Los Muertos Vivientes se puede leer on-line gratis en la web de su editorial americana (en inglés).