Los dos jefes de la política española -el del gobierno y el del ministerio de la oposición-, ambos con mucho poder en sus partidos como para ser audaces, aunque no lo serán, se han puesto de acuerdo en lo que debían haber compartido hace tres años y discrepan en lo que sería deseable que acordaran ahora. Convienen renovar las instituciones judiciales, pero sin entrar en detalles, y convienen la política antiterrorista. Ambas cuestiones fueron materias de confrontación durante la pasada legislatura. Ahora vuelven a la casilla de partida de la que no debían haberse movido.
Da el pálpito de que los acuerdos alcanzados esta semana pasada tiene mucho de “uno para mi y otro para ti”: tu nombras el presidente que te guste y yo me reservo el veto; pero sin preocupación por la independencia, reputación y confianza pública en las instituciones judiciales. La cosa no da más de si. Y lo mismo sirve para la política antiterrorista.
Con respecto a la economía que es lo que hoy preocupa a los españoles, nada de nada. Dicen que discrepan pero sin argumentos, ni criterios de fondo, ni propuestas; más bien retórica y lugares comunes.
A modo de despedida: A lo largo de algo más de ocho años les he acompañado en estas páginas sin faltar a la cita que me propuso el director. Las nuevas realidades que impone la coyuntura publicitaria ponen punto final a esta colaboración. Lo hago con pesar y en esa circunstancia me parece debido pedir disculpas a quienes haya podido molestar o disgustar con mis comentarios y agradecer a quienes me han atendido en estos casi 1.500 artículos cortos con pretensión de crónica política que he escrito para “Madridymas” primero, y para “20 minutos” y “20minutos.es” después. Les deseo feliz travesía a todos.