Viajero, periodista y emprendedor adquirido. Apasionado de Internet y volcado en el viaje más intenso que jamás había pensado: minube.com

Archivo de marzo, 2012

Tallin: Un cuento de hadas entre murallas

¿Te apetece un viaje a Europa del Este? Hoy lo vamos a hacer de la mano de Fany, amiga, compañera y viajera, que nos va a echar una mano a descubrir diferentes lugares del planeta. Fany, tu turno 🙂 :

Va a cumplirse un año desde que visité Tallin, la capital de Estonia. Sinceramente, tengo que decir que no conocía nada de esta ciudad, ¡Y casi ni del país! Pero desde que recorrí su casco histórico, estoy mucho más puesta. Me dejó alucinada. ¿Cómo puede ser que una ciudad tan bonita no tenga más éxito?

Llegué allí en barco, en un crucero, y desde el puerto me fui andando hasta sus puertas. No sé si lo sabéis pero, para entrar a la ciudad, hay que pasar por lo que se conoce como La puerta de la costa y adentrarte en la Calle Pikk, una preciosa calle empedrada con casas de colores pastel. Desde ese momento tuve claro que Tallin era especial.

Todo limpio impoluto, con los restos del paso del tiempo dando más vida a las fachadas… ¡Es que me acuerdo y me entran ganas de volver!

Consejo: La calle Pikk cruza todo el casco antiguo (también conocido como Vanalinn), así que, si vais, tenedla como punto de referencia para moveros por la ciudad.

Las murallas albergan en su interior varios edificios interesantes: la Iglesia de San Olav, la Catedral de Santa María y uno que, cuando lo vi, pensé que se habían equivocado al ponerlo allí. ¡Su sitio tenía que estar en Rusia! Pero no, estaba perfectamente colocada; ese era el lugar de la Catedral de Alexander Nevsky. Se construyó cuando Estonia era territorio del imperio ruso zarista (Otra cosa que no sabía). Qué pasada…

Lo bueno del casco viejo de Tallin es que es muy pequeño. Eso me dio la oportunidad de pasear por sus callejuelas sin prisa, de descansar en sus cafés y de hacer miles de fotos.

Segundo consejo: la cámara en mano. Hay muchos sitios por ver, Lee el resto de la entrada »

De Fiestas: los Indianos en La Palma

Bueno, aquí andamos de nuevo. Poco a poco voy a ir retomando el ritmo que ese blog merece. Al final, cuando uno se pasa la vida viajando no es fácil luego sacar tiempo para hablar de sus viajes. Pero lo voy a hacer y, mientras, os seguiré presentando a mis amigos viajeros que os irán contando también sus historias.

Hace sólo un par de semanas tuve la suerte de poder disfrutar de unos días mágicos en La Palma. Sí, ya sé que hace poco hablé de las Islas Afortunadas, pero es que esta experiencia merece ser contada.

No soy yo habitual de fiestas masivas o tradicionales. Imagino que porque siempre me han echado para atrás las multitudes. Pero, oye, que hay que reconocer que la experiencia de vivir el Carnaval en La Palma, con su día grande de Los Indianos, superó mis expectativas.

Ya me habían avisado de que era una fiesta muy especial. Yo la definiría como una explosión de luz y alegría.

Además, todo comienza desde primera hora de la mañana. Aunque estés alejado de la capital, Santa Cruz, rápidamente te das cuenta de que el día es especial. Los empleados de los hoteles, la gente por la calle, los conductores de autobús… Todo el mundo va dispuesto a vivir este día de una forma totalmente diferente.

Lo primero que nos dijeron fue un: «hay que ir de blanco. Totalmente de blanco». Y eso hicimos. Y menos mal, que no había nadie (pero nadie, nadie) que no estuviera acorde a la tradición.
Lo segundo: «id dispuestos a embadurnaros totalmente de polvos de talco». Y eso hicimos. Y no fue voluntario. Hordas de gente cargadas con botecitos de todo tamaño repletos de polvos blancos van atacando, a diestro y siniestro, a todo aquel que se cruce con ellos, provocando un ambiente alucinante en el que todo lo que te rodea es, lógicamente, blanco.

Las calles de Santa Cruz de la Palma están abarrotadas durante toda la jornada. Primero, con gente paseando y luciendo sus trajes. Más tarde, con gente comenzando a tomar las primeras copas de la jornada. Después, con cientos de personas disfrutando de la buena música caribeña en directo en la Plaza de España (durante el día, la Plaza de La Habana) tras la llegada de la Negra Tomasa. Y luego, continuando con las copas, el desfile, la juerga, el cachondeo…

La fiesta dura durante todo el día y concluye a altas horas de la madrugada. Y, como digo, el ambiente es muy especial. Yo me quedo con la parte diurna. Ese ambiente, esa luz, esas sonrisas, esas ganas de pasárselo bien, esas guerras de talco sin que nadie te mire raro…

Una fiesta que hay que vivir. Vete reservando para el próximo año, que como estas hay pocas.