Kampioenen (echt waar)

(I)

Sigo pensando que la recompensa más grande de ser padre es estar presente. Anoche jugábamos con la parejilla a comernos un menú holandés (stampot, spruitjes en zwaardvis, pote de campo, coles de Bruselas y pez espada) y, fíjate, los pobres mostraban interés por saber de su pasado lejano. Nada más tienen 4 años pero tienen consciencia de que vivieron en Amsterdam, en los Baarsjes, estupenda foto del crecimiento de las ciudades europeas de los finales del XIX y principios del XX, lleno de espacios dibujados a mano por aquella Amsterdamse School que parió el Plan Berlage, una de las pioneras de la arquitectura civil. Edificios dibujados a mano y rematados con estupendos detalles arquitectónicos, de aquel taller que lo mismo diseñaba remates para puentes, escuelas, het Schip, etc.

(II)

Hoy descubría el blog de Kalf, otro residente, otro que aún anda buscando sus esencias en ese caldo cocido sin colar, ese stampot sin depurar, ese falso escaparate de convivencia intercultural y ultramoderno conservadurismo cool que a todos fascina pero, una vez has de vivir y zambullirte en ello, te das cuenta que las tiendas cierran a las 5, el sol cierra a las 4, la amabilidad cierra a las 6 y los únicos garantes de nuestro espíritu son otros como nosotros: turcos, marroquíes, judíos, caribeños, angloparlantes…

(III)

Los enanos me piden que les enseñe fotos de papi llevándolos a Ten Kate Markt en medio de la nevada, cuando íbamos a correr a Vondelpark con el aire zumbando en los oídos, papi empujando y ellos al fresco, o cuando tomábamos los primeros vasjes de Heineken de barril en la terraza de Koekenbier, donde iba papi a refrescar los trotes con Jack Horneman por el Amsterdamse Bos, por las carreteras locales entre Haarlem y Amsterdam, por el Ij, y donde le emborracharon como una rata el día de su despedida de soltero.

Y se terminan la cena. Como unos campeones. De verdad.

Foto. Studio Koning, Amsterdam. www.studiokoning.nl

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