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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

20€ más feliz

El precio de un décimo de lotería. Pero no, no van por ahí los tiros. Por la mitad de lo que cuesta la inscripción a un maratón de segunda fila o dos lotes de calcetines técnicos que me hacen sudar los pies lo mismo que los menos técnicos, en casa somos así de felices. Veinte pavos.

Es lo que cuesta en la charcutería de mi barrio que de deshuesen una paleta y te la loncheen al vacío. Mano de obra, expertise al cuchillo, delantal en ristre, el Cristóbal nos dejó una pieza o extremidad de un marrano de bellota dispersa en innumerables paquetes transparentes. Y eso, en casa, marca. Mis hijos, que consumen más que un Hummer, pusieron en marcha sus mecanismos de salivar. Los padres detrás, que somos como una cuadrilla de lobos.

Qué color. Qué textura. La felicidad hecha envasado. Anoche la abrimos, la primera, estreno mundial, como ocurre con cada jamón que se inaugura. Acompañada con una torta del Casar y unos picos de pan, venga lonchitas, venga picoteo. No me abandoné del todo y no saqué el 35º Sur porque hoy toca ir a currar y mañana me han propuesto plan. A saber, Jorge Gil, que tuvo la ocurrencia de nacer como regalo de lotería de navidad hace cuarenta y algo años, me propone hacer mañana una salida montuna. Campestre.

Y es que si un emprendedor te (lo siento, J, hoy serás trending topic) llama, hay que hacerle caso. Manipular sus intenciones, claro, pero prestarle atención. Metí por medio una hora de salida infame -mañana a las 7am- y un recorrido gélido -tapia de Viñuelas- pero había que prestarle atención porque no hay tantos emprendedores sueltos.

Jorge está montando, dicho sea de paso, una tienda específica de material para correr por montaña, campo y senderos. Está con mobiliario y obras en el local, así que esto ya no tiene vuelta de hoja. El gremio lo agradecerá, calculo, me lo huelo. Es que 2012 va a ser el año de TrailXtrem.

Todo comenzó con veinte euros. Ya ves. Como un décimo.

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