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Poner un pie delante de otro nunca tuvo tanta trascendencia.

Reformas: las cañerías ocultas del correr

Este fin de semana arranco con una reforma integral del cuarto de baño de mi casa. Estaba yo ahora evacuando en el del trabajo, vaciando mis intestinos de café de máquina y bollería industrial de máquina y me he dado cuenta (me he dado cuenta de que esto es parte de una dieta especial de engorde de ganado a la que nos vemos sometidos, no de que estoy preparando un maratón). Parece inofensivo tema toda vez que Esteban el ñapas le va a dedicar gasolina y piqueta al tema desde ya mismo. Ayer estuvimos escogiendo terrazo, baldosinerío, etc. Huy, no, que me desvío.

Resulta que por un número indeterminado de días estaremos sin ducha. Ya se que uno se puede acicalar y peinar y lavar los dientes y afeitarse en la cocina o en otro lado. También habrá que evaluar el tema suegros y el tema polideportivos. Pero ¿cómo me lo compondré para ducharme en casa ajena cuando salga a correr a las 6am?. Esto habrá que acomodarlo o suprimirlo. También habrá que mirar de poner dos o tres días de descanso seguidos para los momentos del núcleo duro de la reforma bañil o más bien bañeril. Otro, pues en el polideportivo de mi pueblo, aprovecharemos para ducharnos al final de un día de estos de bloques de cuatrocientos o de miles. No, si tiene su miga. Menos mal que uno es ser flexible.

Supongo que tendremos que dejarnos invitar un día a comer de los del fin de semana que andemos in albis sanitarium, y correr justo antes de comer para llegar y arrendarles el usufructo de la ducha. ¿Y si corro lo suficientemente despacio como para no arrancar a sudar?, ¿y si voy desnudo?, ¿y si me acoges en tu casa para frotarme contra…

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