Creía que pocas cosas había peores para los mareos que las 20 vueltas que le dimos ayer a la pista de Alcobendas. Peor que correr un 8.000 con 41 grados al sol, peor que sentir como iban yendo y viniendo las sombras en ese entrenamiento controlado con Ivan, el Pinchos, el ultra Claudio Luna, Jose y Matraco. Pues no.
Peor ha sido el traqueteo al que nos sometía el desgraciado que pilotaba el convoy que ha salido de Nuevos Ministerios a las 8.39 aproximadamente. Nos ha agitado el calvo cabronazo cincuentón en un acelero veinte metros, freno, acelero veinte metros, freno. ‘Agita la carga, Pepe’, era el chascarrillo que se atribuía a los conductores de tranvía de los 60, para hacer sitio tanto delante como detrás. Nosotros, casi medio siglo después, ya viajamos en unos avanzadísimos trenes 9000 de CAF y Bombardier y todo refulge y hasta el sudor mañanero parece que huele menos. Pero claro, el tío carriles, en vez de parar a que el convoy que venía de enfrente pasase, porque llevamos 2 meses de corte en la Línea 8 y todo está trastocado, pues nada, como el cagaprisas del semáforo con el pie afilando el embrague. Rinnnnnsssh, rinnnnsssh, y venga vaivenes. La madre que lo parió.