De todo corazón

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Los 25 años de Lady Tamara

Sólo tiene 25 años, dice Tamara Falcó, y no tie mimne ninguna prisa por casarse con su novio. La hija de Isabel Preysler y el marqués de Griñón ocupa esta semana la portada de la revista Hola disfrazada de Eugenia de Montijo. «Como una princesa en París», reza el titular. Photoshopeada hasta los huesos, en un reportaje coordinado por la sublime Katia Guerrero, le han limado hasta la nariz. Nati nunca le hubiera hecho esto. Tamara, gracias al maquillaje de señora, los pendientes y las joyas, parece diez años más vieja, ha perdido toda su natural frescura juvenil para convertirse en casi un clon de su madre. Lo de ponerse botox a los 20 años para prevenir las arrugas de expresión cuando se cumplen 50 marca mucho.

Ya no es la Perra. Blanca Romero ya no es La Perra, ahora es simplemente Blanca. No ha tenido tirón entre el público que buscaba. Aunque la perra se vista de seda, caniche se queda. Ladrar con gracia es difícil.

«Despacito y buena letra, el hacer las cosas bien, importa más que el hacerlas», dice un refrán y algunas personas a las que respeto y aprecio. Sé que a veces tengo demasiadas erratas. He perdido sensibilidad en los dedos desde que me los rebané con una batidora y también se quedaron algo maltrechos cuando los bañé en ácido. No es una excusa. Supongo que debe ser algo psicológico.

Hace algunos años me ocupé de la subdirección de un programa de televisión en directo durante un verano. La presentadora, alargaba los tiempos que tenía asignados como le venía en gana, a pesar de los gritos que le daba por el pinganillo. Sumar y restar segundos » en el aire», quitando y metiendo piezas para ajustar tiempos me dejó tan tocada que, al finalizar el verano, durante unas semanas, mis conocimientos de matemáticas eran los de un niño de preescolar. Me timaban cuando iba al mercado con las vueltas.

Hacer información de corazón no es fácil. Y si no que se lo pregunten a los reporteros que perseguían a Lady Di la noche en que murió. Muchos de ellos, procedentes de agencias internacionales, acostumbrados a cubrir conflictos como el genial Hernán Zin y reconvertidos en paparazzi motorizados a fuer de las necesidades del mercado, podrían explicarlo mucho que yo. Fueron detenidos y tratados como perros.

Si no os gusta el corazón, no entréis en este blog. Y por favor, menos hipocresías.

Me preguntan algunos si esto es un blog, supongo que un blog es lo que mi amigo virtual Jean Bedel o mi admirado Ezcritor, compañero de fatigas en la pasada pasarela Cibeles hacía en «Quiero ser un ezcritor de exito», algo mucho más personal. Esto, amigos, es un blog de cotilleo, y, como muy bien decís los que pedís que me despidan fulminantemente, también un espacio para que cotilleéis vosotros.

Dentro de un ratito os cuelgo una foto de Tamara y algunas más que me habéis pedido en mensajes directos al blog.