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Tampoco Breton Woods es una marca de Whisky. Porque el periodismo internacional no es solo cosa de hombres, ocho mujeres ofrecen un punto de vista diferente sobre lo que pasa en el mundo.

El masai que salte más alto consigue la mujer más barata

Loise Naisoi tiene 24 años, a diferencia de todas las otras mujeres de su edad en Enkoiroro Manyiata Camp (pueblo tradicional Masai en las afueras de Nairobi) habla inglés y tiene un trabajo en el hotel Mara Chui Camp como contable.

Tuvo la suerte de asistir a la escuela, pagada por sus padres con el dinero que ganaban a cambio de vender vacas, la escuela costaba unos 110 dólares al año, y pudo ir a la universidad de económicas gracias a una beca que obtuvo pasando el examen obligatorio. Pero Loise es una excepción, las mujeres masáis no han tenido hasta ahora esa suerte, no tenían acceso a la educación, algunas no saben ni responder a la pregunta ¿qué edad tienes? pues tampoco conocen los números y no saben contar.

Loise delante la casa de su amiga. Foto Maria Gobern

Loise con su hijo. Foto Maria Gobern

Loise se casó el año pasado, “yo pude elegir casarme cuando yo quise, uno de los motivos por el que las mujeres tienen que ser independientes”, me cuenta. A parte de trabajar en el hotel, Loise visita voluntariamente escuelas y sensibiliza a las niñas sobre la importancia de la educación, las posibilidades de éxito como mujer masai y muchos otros temas, como la educación sexual o la menstruación.

Jackeline Noosikari tiene 31 años, nació en el campo y no habla inglés, tiene 7 hijos. Se casó cuando tenía 18 años con su marido, Varsali, que tiene otra mujer con la que tiene 9 hijos más.

Jackeline con 5 de sus hijos. Foto Maria Gobern

Jackeline fabrica joyas para los turistas. Foto Maria Gobern

En la cultura masai los maridos pueden llegar a tener hasta 10 esposas diferentes, los hombres masáis pueden casarse a los 20 años, las mujeres a los 15, y entre ellos puede existir una franja de edad de unos 50 años. En un documental vi una vez un grupo de masáis hombres cantando y dando saltos, como si fuera una especie de danza. Lo que en realidad es eso es una competición, el masai que salta más alto es el que consigue la mujer más barata en el mercado. Una mujer cuesta de media unas 10 vacas.

Si las mujeres no tienen hijos es su culpa, se les acusa de no ser fértiles. No existe la posibilidad de que sea el hombre el que no puede tener hijos. Cuando una esposa no puede dar un hijo a su marido esta puede quedarse en la casa pero es marginada y su esposo la sustituye rápidamente por otra esposa.

Jacqueline se levanta temprano, lava a sus hijos, saca la leche de las vacas, hace el desayuno, va a buscar agua al río, que se encuentra a 8 kilómetros de distancia, vuelve a casa, cocina otra vez, fabrica joyas para vender a los turistas y reconstruye la casa. Las casas de el pueblo masai están hechas de capas de arcilla y cada 2/3 días las mujeres comprueban que no haya grietas y reconstruyen sus casas si es necesario. Esa es la rutina de una mujer masai, el hombre pasa el día en el mercado local comprando o vendiendo ganado.

Los masáis son una tribu nómada, en Enkoiroro Manyiata Camp eso se traduce en que cada dos años el hombre masai abandona su hogar durante uno o dos dos años. Durante ese tiempo, o cada vez que el marido masai se desplaza, las mujeres son violadas por otros masáis. Loise no define el acto como “violación”, me dice: «no es una violación como tal, es una cosa aceptada entre las mujeres masáis, ellas no se resisten. Saben que cuando su marido se va, otros vendrán y les obligaran a tener relaciones sexuales con ellos”.

Si estas mujeres quedan embarazadas, cuando su marido vuelve echa al niño “bastardo” de la casa, estos son a menudo los niños que vemos por la calles de Nairobi abandonados. Y la madre a menudo es maltratada.

La violencia doméstica es normal en esta tradición masai, Loise me cuenta que pasa muy menudo. “Las mujeres masáis no tienen derecho a levantar la voz, ni siquiera a hacer preguntas, mi amiga aquí a mi lado recibió una paliza la semana pasada por preguntar a su marido por qué había llegado tan tarde ese martes”, me explica. Es un problema en el pueblo, existen 2 mediadores, los ancianos, que lo único que hacen es cocinar un aceite con la carne de vaca que supone que “va curar sus heridas y su alma”.

Antes de irme del campo le pregunto a Jacqueline ¿cuál es tu sueño? Sonriendo me dice, ahora las niñas comienzan a ir a la escuela, quiero que mi hija tenga una vida diferente a la mía.

8 comentarios

  1. Dice ser Mujeres de hoy

    El problema es ¿cómo demonios se pueden corregir estos choques culturales? lo que está claro, y se concluye al final del post con las palabras de Jacqueline es que las mujeres no quieren esa vida para sus hijas…

    14 noviembre 2017 | 08:27

  2. Dice ser Lola

    ¡Queda tanto camino por recorrer! Por suerte mujeres como Loise demuestran que es posible ir cambiando patrones de conducta en esas sociedades.

    14 noviembre 2017 | 09:44

  3. Dice ser Rapunzel

    «Son sus costumbres…»
    AH no!! que la frasecita de marras sólo sirve para justificarles cuando están aquí en Europa y permitirles TODA CLASE DE SALVAJADAS.
    Si es allí… está mal, e machista y va contra el empoderamiento de la mujer, igual que el burka… aquí es un derecho que lo lleven, allí un insulto a las féminas.
    Aclararos.

    14 noviembre 2017 | 10:03

  4. Dice ser marian

    Te aplaudo Rapunzel

    14 noviembre 2017 | 10:12

  5. Dice ser persona

    En una cultura puede haber costumbres injustas para la vida de algunas personas y costumbre que bien pueden ser respetadas. No hagamos razonamientos simplistas porque el hecho de luchar y tratar de erradicar cosas tan tremendas como el toro de la Vega no implica que toda la cultura española, procesiones, carnavales, o costumbres religisiosas como ira misa deban desaparecer.
    Debe desaparecer el toro de la Vega o la cabra por el campanario, no las misas o las procesiones religiosas.
    Que a mi no me afectaría esto demasiado, estoy muy alejada de las creencias católicas, pero respeto a los que las quieren tener.
    A ver cuándo aprendemos a pensar, que no es tan difícil.

    14 noviembre 2017 | 11:33

  6. Dice ser susi

    Gentuzas con una mentalidad similar cruzan el estrecho todos los días, y nosotros como idiotas dejándoles acoplarse y meter sus costumbres de salvajes en nuestra civilización. Se dedican a reproducirse como las ratas, luego se mueren de hambre y tiene que venir aquí en busca de una vida mejor pq el opresor occidente es el causan te de todos sus males. Si, aquí también hay salvajes autóctonos, pero al menos su conducta está penada por la ley y no está socialmente aceptada como allí. Sinceramente, yo a esta gente la quiero lejos, muy lejos. No digo q no deba ayudárseles a salir de su estado de barbarie, pero ayudándoles a mejoras sus países y haciendo que las niñas estudien como el caso de la protagonista del artículo.
    de todos modos, y aún a riesgo de que me tachen de feminazi, diré que, por precaución, todo hombre es un cabrón y un cerdo machista hasta que se ddemuestre lo contrario. Los que no lo son es porque han sido educados (domados) debidamente, pero su naturaleza es la que es y no debemos bajar la guardia nunca.

    14 noviembre 2017 | 14:27

  7. Dice ser Emilio

    Susi, no te llamaré feminazi, pero sí te diré que me parece una lástima que pienses así de los hombres y generalices de esa manera, no sé qué clase de hombres habrás conocido a lo largo de tu vida…

    14 noviembre 2017 | 14:55

  8. Dice ser lector

    He aquí una de las razones por las que África no evoluciona como el resto de continentes. ¿Son sus costumbres? pues que sigan… pero allí.

    14 noviembre 2017 | 17:07

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