Estoy dramatizando Estoy dramatizando

"... no me despiertes, si duermo, y si es verdad, no me duermas". (Pedro Calderón de la Barca, 'La vida es sueño')

Archivo de enero, 2015

Una hora, que no es poco

3estrellasEl eunuco

Vaya por delante que El eunuco no es mi tipo. (De obra, no se me pierdan.) Y aun así, me tuvo enganchada y sonriente durante una hora, que no es poco.

El eunuco

Pepón Nieto y Anabel Alonso en una escena de ‘El eunuco’. (Foto: Pentación)

Libérrima versión del clásico de Terencio a cargo de Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez, con dirección de este último, ha llegado a Madrid después de atraer a más de 15.000 espectadores y hacerse con el premio del público en el Festival de Mérida. Entre sus bazas cuenta con un (en estos días inusitado) reparto de nueve actores, algunos de ellos muy populares, y una mezcla de vodevil, musical y comedia de situación.

Decía que me tuvo enganchada y sonriente durante una hora, y no tanto durante la segunda mitad, precisamente porque flojea como comedia de situación. Aunque el tono ligero se mantiene, el enredo, muy prometedor al comienzo, se queda en eso, en promesa, y el ritmo va decayendo.

En este sentido, el musical tampoco ayuda. Sí contribuye a marcar el carácter vodevilesco del espectáculo, y los números más cómicos funcionan. Sin embargo, llega un punto en el que las canciones parecen interrumpir la función.

El eunuco

El elenco de ‘El eunuco’, con Jorge Calvo en el centro. (Foto: Pentación)

Tres cuartos de lo mismo ocurre con la escenografía, que tampoco es en sí misma reprobable pero no encaja. Consta básicamente de cuatro paneles blancos con ruedas que los propios actores van desplazando por las tablas para crear las distintas escenas. Una buena idea bien ejecutada y bien dirigida, solo que se da de bruces con la base clásica de la obra e, incluso, con el propio vestuario.

Me quedo con el matiz caricaturizado de los personajes que marca la dirección y con la agilidad (esta sí) de los diálogos. En el elenco sobresalen Anabel Alonso, creíble y versátil, y, sobre todo, Jorge Calvo, que, aquí como bonachón, una vez más, lo borda.

Autores: Jordi Sánchez y Pep Antón Gómez. Versión libre de la obra de Terencio.

Dirección: Pep Antón Gómez.

Elenco: Pepón Nieto, Anabel Alonso, Alejo Sauras, Jorge Calvo, Antonio Pagudo, Marta Fernández-Muro, María Ordóñez, Jordi Vidal y Eduardo Mayo.

Composición musical: Asier Etxeandía y Tao Gutiérrez.

Escenografía: Eduardo Moreno.

Vestuario: Sandra Espinosa.

Iluminación: Miguel Ángel Camacho.

Coreografía: Chevi Muraday.

Producción: Festival Internacional de Teatro Clásico de Mérida, Mixtolobo, Labaska64 y Ciclán.

Producción ejecutiva: Pentación Espectáculos.

Sala: Teatro La Latina, Madrid.

 

Un (imaginado) combate dialéctico entre Freud y C. S. Lewis

4estrellasLa sesión final de Freud

Aplaudiendo con las orejas me pillan. Hacía tiempo que no encadenaba tantos espectáculos poliestrellados consecutivos en tantas salas de teatro llenas hasta la bandera. Con las orejas.

El último, La sesión final de Freud producido por Unir Teatro, bien podría incluirse como obligatorio en el programa curricular de los grados en Filosofía y Arte Dramático. Ahí lo dejo.

La sesión final de Freud

Ortiz y Pedregal en ‘La sesión final de Freud’. (Foto: Teatro Español)

La obra de Mark St. Germain, inspirada en La cuestión de Dios de Armand M. Nicholi, narra el encuentro de Sigmund Freud, ateo convencido, y el converso C. S. Lewis. Un encuentro que probablemente nunca tuvo lugar (al parecer, no hay constancia de que el padre del psicoanálisis y el ensayista y novelista se conocieran) pero que St. Germain sitúa en la Inglaterra del septiembre de 1939, a punto de embarcarse en la II Guerra Mundial, con un Freud octogenario aquejado de cáncer de boca y un Lewis recién entrado en la cuarentena.

El texto, repleto de datos reales sobre las vidas e ideologías de ambos intelectuales, es en realidad un combate dialéctico en torno a la existencia de dios y el sentido de la vida. Y aunque transcurre en un único ambiente y en él apenas subyace una trama, St. Germain evita con maestría que se convierta en una lección tediosa exclusiva para eruditos “combinando momentos de gran fuerza dramática con otros más ligeros que hacen que la obra tenga mucho ritmo”, en palabras de la directora del montaje, Tamzin Townsend.

La sesión final de Freud

Pedregal, irreconocible como Freud. (Foto: Teatro Español)

En efecto, el fino humor y la socarronería que destilan los personajes hacen de contrapeso perfecto para la carga filosófica de la obra. Pero ya la precisión con que están representados los dos y sus caracteres basta para suscitar un interés en el espectador por averiguar más sobre ellos que va creciendo a medida que se va desarrollando la pieza.

Con esa dramaturgia, Townsend muestra una gran sabiduría al rebajar el protagonismo de la dirección en favor del texto y los actores, de tal modo que su tarea, no por ello menos meritoria, pasa casi desapercibida.

Luego está Helio Pedregal en el papel de Sigmund Freud, una de esas interpretaciones que dejan sin palabras. Sustentado en un trabajo físico colosal, el insuperable Freud de Pedregal destila verdad por los cuatro costados. Le contesta, afinado, Eleazar Ortiz.

Título original: Freud’s Last Session

Autor: Mark St. Germain

Traducción: Ignacio García May

Dirección: Tamzin Townsend

Reparto: Helio Pedregal, Eleazar Ortiz

Escenografía: Ricardo Sánchez Cuerda

Vestuario: Gabriela Salaverri

Iluminación: Felipe Ramos

Producción: Unir Teatro

Sala: Teatro Español (sala pequeña), Madrid

No solo de dramaturgia vive el hombre

Una espinita clavada, ganas de repetir y determinado estado de ánimo me han vuelto a llevar a Microteatro por Dinero. Una espinita clavada porque en diciembre me perdí la segunda edición de los Micromusicales (snifff, snifff). Ganas de repetir porque en la primera edición me chifló uno de ellos, Por culpa del amor, y lo están reponiendo. Y determinado estado de ánimo porque a priori la opción más atractiva del fin de semana para mí era el Don Juan Tenorio versionado por Juan Mayorga y dirigido por Blanca Portillo —que ocupa un lugar de honor en mi pedestal teatrófilo—, pero por algún motivo que no sabría explicar no tenía yo estos días cuerpo de Tenorio y sí de esa deliciosa cerveza a la que no voy a hacerle publicidad gratuita que sirven en el bar de Microteatro. No solo de dramaturgia vive el hombre.

Lo tiene casi todo: intensidad, una estructura redonda, humor, referencias culturales, un par de actores enérgicos, sorpresa final… De Julián Salguero y Jorge Toledo, recuerda por su frescura a Avenue Q o Pegados, y deja con ganas de más.

por culpa del amor

‘Por culpa del amor’. (Foto: Facebook)

Eso escribí (página 20) en la versión impresa de este blog sobre Por culpa del amor en diciembre de 2013, y lo mantengo. Ayer salí igual de encantada que hace un año, un poco más, incluso, teniendo en cuenta que me hice con un cedé con las canciones del musical y ya puedo torturar a mis vecinos cantando “tinoníii, suena la alarma” cual Verónica Polo a voz en grito por las mañanas. Así que vuelvo a recomendarlo y no dejo de confiar en que sus autores nos brinden algún día la versión extendida.

La visita a Microteatro me deparó, además, una agradable sorpresa. Al entrar a otra de las pequeñas obras en cartel, Mejunjes, caí en la cuenta de que una de sus protagonistas es Aixa Villagrán, a quien vi el pasado noviembre en Luciérnagas. Lo que me sorprendió fue descubrir que también firma el texto, una comedia negra mordaz que Maica Barroso y ella bordan, y que con razón se ha recuperado como una de las obras que más éxito de público tuvieron anteriormente. Villagrán, eso sí, no ha acabado de sacarme de dudas respecto a si tiene un determinado perfil interpretativo, por la brevedad de esta pieza y porque su personaje guarda ciertas similitudes con el de Luciérnagas. Con otra espinita clavada me quedo, pues, que ojalá me depare algún día una nueva alegría teatrófila…

Un musical que da gloria

4estrellasSister Act

Hablaba hace unos días de la calidad que siempre llevan por sello los espectáculos de Stage Entertainment, y la condición vuelve a cumplirse en Sister Act.

Se trata en este caso de una coproducción con Whoopi Goldberg, con quien la división internacional de la compañía ya colaboró para hacer realidad el show en Londres y en Broadway, a la que aquí se ha sumado El Terrat, la productora de Andreu Buenafuente.

Sister Act

Una de las escenas de ‘Sister Act’. Mireia Mambo, la protagonista, es la tercera por la izquierda. (Foto: Stage Entertainment)

El musical cuenta fundamentalmente la misma historia que la película homónima que protagonizó Goldberg en 1992. Nada trascendental o que haya sacudido los cimientos de la dramaturgia, claro, pero suficiente para garantizar más de dos horas de entretenimiento y diversión. Gran parte de esta responsabilidad recae, con todo, en la adaptación del libreto, de Xavier Cassadó, una de las más felices que he visto en los últimos tiempos y cuyos chascarrillos con referencias locales celebra con justicia el respetable. Me sorprendió, por cierto, la elevada media de edad de los espectadores en la función a la que asistí. P. me explicó después que puede contribuir a ello el hecho de que personas de una franja de edad determinada que no dominan el catalán quieran aprovechar las producciones teatrales que se hacen en castellano. Sea como fuere, ese público de la tercera edad disfrutó de Sister Act tanto o más que la juventud que también había en el Tívoli, y aplaudió de lo lindo.

Sister Act

Fermí Reixach interpreta a Monseñor. (Foto: Stage Entertainment)

Otro de los puntos fuertes de este musical son las composiciones, del oscarizado por sus creaciones para Disney Alan Menken. Tienen una base fundamental de pop aderezada con soul, funk, disco, gospel… Pero si da gloria es por las brillantes ejecuciones de las decenas de artistas que integran el elenco, del primero al último. Una de las mejores pruebas de que la calidad del espectáculo se ha cuidado hasta el extremo, de hecho, llega cuando se van sucediendo los números musicales y todos, independientemente de quién participe en ellos, suenan impecablemente. Me aventuraría a decir, incluso, que algunos de los artistas que intervienen en Sister Act flojean un poco en el aspecto interpretativo (no es el caso de Àngels Gonyalons o Fermí Reixach, desde luego, que están magníficos; sí, en mi opinión, el de Mireia Mambo, por ejemplo, aunque desprende una energía fabulosa), pero todos cumplen en el aspecto vocal. Los números corales, de hecho, da gloria oírlos —nunca mejor dicho—. Personalmente, me quedo con Ser monja es lo mejor (It’s Good to Be a Nun) y me encantó la chispa de Antonio Curros, Ramón Balasch y Gerard Mínguez en el divertido Mujer de negro (Lady in the Long Black Dress).

De añadir a todo esto una escenografía y un vestuario magnéticos, unas coreografías graciosísimas y un ritmo adecuado propiciado por una buena dirección de escena, solo puede resultar un teatro lleno. Mi bendición.

Compositor: Alan Menken.

Letras: Glenn Slater.

Libreto: Cheri & Bill Steinkellner.

Adaptación al español: Xavier Cassadó.

Director musical: Arnau Vilà.

Director residente: Marc Montserrat Drukker.

Elenco: Mireia Mambo Bokele, Àngels Gonyalons, Fermí Reixach, Silvia Abril, Enrique Sequero, Juan Delgado, Gara Roda, Malia Conde, Antonio Curros, Ramón Balasch, Gerard Mínguez.

Escenografía: Klara Ziegerova.

Coreografía: Anthony van Laast.

Vestuario: Lez Brotherston.

Diseño de iluminación: Natasha Katz.

Producción: Whoopi Goldberg, Stage Entertainment, El Terrat.

Sala: Teatre Tívoli, Barcelona.